Grosella blanca Weiße aus Jüterbog

El Grosellero de racimos blancos Weisse aus Jüterbog es una variedad capaz de enfrentar los inviernos fríos y rigurosos, a altitudes más elevadas. De crecimiento bastante lento y de porte erguido, florece entre abril y mayo con pequeñas flores amarillo pálido, casi imperceptibles, pero muy atractivas para las abejas y los insectos útiles del jardín. A partir de mediados de julio, los frutos maduran en forma de racimos cortos, compuestos de bayas blancas cremosas, esféricas, que maduran uniformemente. La pulpa es incolora, jugosa, aromática, bastante ácidula. Los frutos son adecuados tanto para el consumo fresco como para la transformación. Medianamente productiva, pero resistente a las enfermedades, es una variedad de cultivo fácil, al sol no abrasador, en suelo bien drenado. Aunque esta variedad es autofértil, es preferible plantar varias variedades para mejorar la polinización cruzada y así obtener un rendimiento más alto.

El Grosellero de racimos, en latín Ribes rubrum (sin. sativum), a veces también llamado Gadelle o Raisinet. Pertenece a la familia de las Grossulariáceas, al igual que el Grosellero de grosellas, del cual se distingue por sus frutos reunidos en racimo. Sus orígenes en regiones templadas del hemisferio norte y de la Cordillera de los Andes le confieren al Grosellero una muy buena resistencia al frío. Cultivado desde hace mucho tiempo, fue introducido en Francia en la Edad Media. Históricamente, en el siglo XIV, fue principalmente utilizado como planta medicinal, los boticarios y curanderos le atribuían poderosas virtudes (antifebril, digestiva, laxante, diurética y depurativa). En los siglos XV y XVI, la grosella hace su aparición en los jardines franceses. Luego, en el siglo XVIII, los daneses y holandeses intensifican el cultivo de las grosellas y las difunden en el mundo.

El Ribes rubrum ‘Weisse aus Jüterbog’, a veces llamado Blanco de Jüterbog, es una variedad antigua obtenida en la década de 1890 en Juterbog, una ciudad situada a 60 km al sur de Berlín (Alemania). A pesar de la aparición de variedades más recientes, sigue siendo muy popular en Europa y especialmente en este país de inviernos rigurosos y largos. Forma un arbusto frondoso, no espinoso, con porte en mata de ramas un poco rígidas, poco ramificadas, cuya madera es tierna y tiene abundante médula. Este arbusto, muy resistente, alcanzará 1.50 m de altura por 1.20 m de envergadura. El foliaje es caduco, compuesto por hojas palmeadas, lobuladas y aromáticas, verde medio, fragante. La floración tiene lugar en abril, en forma de racimos de pequeñas flores verdosas a marronáceas insignificantes, intensamente visitadas por las abejas. La fructificación se produce principalmente en las ramas de uno y dos años. Medio tardío, produce, a partir de mediados de julio, una cantidad elevada de racimos, compuestos por numerosas pequeñas bayas redondas y translúcidas. Al madurar, las grosellas son de un blanco cremoso, brillantes y translúcidas, llenas de una pulpa jugosa, aromática, a la vez dulce y ácida, conteniendo diminutas semillas.

El Grosellero Blanco de Jüterbog es autofértil, no necesita de compañero para fructificar, pero la presencia de otra variedad cercana aumentará la producción. La recolección se realiza a medida que los frutos maduran, y se facilita debido al tamaño de los largos racimos. La producción de un grosellero es de aproximadamente 2 a 4 kg de frutos por planta según la edad y las condiciones de cultivo de la planta. Todas las variedades de grosellas son ricas en vitamina C, antioxidantes, minerales, oligoelementos, potasio, calcio y fósforo, siendo verdaderos beneficios para la salud. Además, se encuentran entre los pequeños frutos más bajos en calorías (50 kcal por 100 g). Ricas en nutrientes, son exquisitas para disfrutar frescas, y para mayor gula, se pueden espolvorear con un poco de azúcar cristalizado. Excelentes en gelatinas o mermeladas, también se pueden utilizar para decorar tartas y hacer pasteles. Serán perfectas para hacer sorbetes o helados, acompañar carnes rojas o agregar un toque en ensaladas compuestas.

En verano, este grosellero, con sus largos racimos colgantes, similares a una hilera de perlas, sabrá aportar placer y encanto. Se puede asociar con groselleros negros, frambuesos u otras variedades de pequeños frutos para formar una cerca deliciosa, que reforzará con sus múltiples atractivos culinarios. Como en cualquier plantación, es importante, en una plantación de groselleros, alternar las especies y variedades, siempre que sea posible. De esta manera, se reduce el riesgo de enfermedades y se favorece la polinización, aunque la variedad sea autofértil. Se puede cultivar en macetas, sin embargo, se debe elegir un recipiente de al menos 40 cm de altura y asegurarse de regar regularmente con agua no calcárea.