Calliandra surinamensis

El Calliandra surinamensis es un arbusto ornamental con su foliaje verde brillante, finamente cortado y su floración estival en espigas blancas y rosas, ¡muy originales! Se trata de un arbusto de crecimiento medio que a menudo presenta, desde la base, gruesas ramas erguidas que sostienen una copa muy densa de tallos finos y hojas pequeñas bipinnadas, todas ligeras. Poco rústico, su aspecto exótico se adapta mejor en jardines junto al mar o en jardines mediterráneos donde no falta el sol y el calor. ¡Su forma abierta y sus dimensiones modestas son adecuadas en solitario, en masa e incluso en una maceta grande en una terraza! Resérvele un lugar en pleno sol en un suelo fértil, bien drenado, fresco a seco, neutro a calcáreo y ligero.

El Calliandra surinamensis, comúnmente llamado Carbonero rojo, es un arbusto de la familia de las fabáceas, originario del norte de Sudamérica. Rústico hasta -5°C, se debe cultivar en maceta para protegerlo en invierno en regiones con inviernos rigurosos. Es un arbusto muy ornamental por su apariencia delicada y sus flores sedosas, vivamente coloreadas en verano. Tolerante a calores y sequías pasajeras, está especialmente adaptado a jardines de clima suave.

Si las condiciones de cultivo le son propicias, puede alcanzar en promedio 4 m en todas direcciones. De porte erguido y luego extendido, a menudo forma varios troncos delgados que sostienen una copa densa de pequeños tallos finos, muy ramificados, con un pequeño follaje bipinnado. En su entorno original, puede florecer durante todo el año, mientras que bajo nuestros climas, la floración se produce en agosto-septiembre, produciendo inflorescencias plumosas y sedosas muy características de algunos géneros de esta gran familia, como los Albizia. Están compuestas en realidad por

El Carbonero rojo con su silueta abierta y aérea se planta en solitario, para proporcionar una sombra ligera en la terraza, por ejemplo. Su floración acentúa su lado exótico. En climas suaves, combínelo con Adelfas y Pittosporums. Se debe cuidar su rusticidad, plantándolo en un suelo drenado, al sol y protegido de los vientos dominantes y las corrientes de aire frío.