Pistacia lentiscus - Lentisco

El Pistacia lentiscus, también conocido como lentisco pistachero, es ese bello arbusto persistente bastante polimórfico, que marca con su masa oscura y densa los paisajes que bordean el Mediterráneo. Nunca se aleja realmente del mar, que proporciona a sus jóvenes plantas la suavidad invernal que necesitan para convertirse en sólidos sujetos de terreno seco. Una vez bien establecido, ni los suelos pobres, áridos o, por el contrario, asfixiantes, ni el golpe del viento, ni la quemadura del sol, ni siquiera la sombra espesa de los encinos o pinos podrán acabar con su fuerza tranquila. Una personalidad que se manifiesta en su porte tupido, su pequeño follaje dividido en folíolos coriáceos de un verde oscuro, y el olor balsámico y herbáceo, potente, de la resina ambarina que su corteza oculta como un tesoro. En esta especie dioica, existen pies macho y pies hembra, solo estos últimos dan frutos. Se aprecia el lentisco por su autenticidad y lo que representa para la eternidad: un arbusto fiable, que alcanza una edad venerable, indispensable para componer la estructura persistente del jardín en clima suave.

El Pistacia lentiscus es un arbusto de la familia de las anacardiáceas, originario de la cuenca mediterránea, desde el norte de África hasta Europa mediterránea, e Israel. En Francia, se encuentra en Córcega, pero también en una amplia franja que bordea el Mediterráneo, hasta la Charente-Maritime. En la naturaleza, crece en laderas rocosas, profundamente arraigado en suelos pobres de matorrales y maquis, así como en bosques perennes, en clima seco con inviernos suaves. Alcanza una altura media de 2m con 3m de envergadura, mostrando un porte tupido, globalmente redondeado, extendido, muy ramificado, de construcción rechoncha. Según sus condiciones de vida, si está expuesto al pleno viento o, por el contrario, resguardado, formará un gran cubresuelos o, al contrario, un gran arbusto de más de 3m de altura. Su follaje está dividido en un número par de pequeños folíolos ovales y coriáceos, que no superan los 3 cm de longitud por 1.5 cm de ancho. Las hojas jóvenes son de un verde claro en primavera, oscuro en verano, y adquieren en invierno, debido al frío, bonitos tonos violáceos o bronce. La floración, de marzo a mayo, es bastante insignificante, de color verde. En los sujetos femeninos polinizados por un pie macho, se producen numerosas frutas comestibles de color rojo, agrupadas en racimos bastante decorativos, que se vuelven negros al madurar. Las semillas frescas, recolectadas en invierno, germinan con bastante facilidad en primavera.

Realmente fácil de cultivar, el Pistacia lentiscus teme solo los inviernos fríos, especialmente cuando es joven. Un ejemplar bien establecido, de 4 o 5 años, podrá resistir heladas breves de alrededor de -12 a -15°C. Como no teme a la bruma marina, se adoptará sin reservas en zonas costeras. Al igual que el durillo, los madroños, los mirto y el Eucalipto, es perfecto para conformar la estructura persistente del jardín. En un seto libre, también se puede asociar con cotinus, evónimos caducos de magníficos colores otoñales. Su follaje oscuro crea interesantes contrastes con arbustos de follaje gris (Artemisa blanca, Buddleia Silver Anniversary, Gomphostigma virgatum White Candy), azulado (Eucalipto gunii), amarillo (Phyllostachys aurea, Sambucus nigra Golden Tower) o incluso el follaje panaché de rosa del Sauce japonés de hojas variegadas (en suelos más frescos). Cultive también este lentisco en zonas sombrías, junto a Phlomis samia, acantos, Bupleurum fruticosum o Choisya ternata.

El lentisco ha sido explotado desde la más alta antigüedad por la resina ambarina que exuda al incisar la corteza de su tronco. Esta oleorresina, al contacto con el aire, se solidifica en un mastic utilizado por sus propiedades antisépticas comprobadas, especialmente en el cuidado dental. El mejor mástic procede de lentiscos originarios del Mar Egeo, en particular de la Isla de Quíos. La madera de este arbusto es de color rosa u ocre, con vetas amarillas. Se emplea en ebanistería y carpintería. También es una buena leña que produce excelente carbón vegetal. La almendra se asemeja mucho a un pistacho y puede consumirse cruda, aunque se utiliza más a menudo en la elaboración de un dulce llamado masticha en los países árabes.