Ilex aquifolium - Acebo

El Ilex aquifolium es el Acebo común que no necesita presentación. Se encuentra en toda Europa, desde Escandinavia hasta el Cáucaso, desde el sur de Europa hasta el norte de África, Irán y Asia septentrional. Esta amplia área de distribución destaca las notables capacidades de adaptación de este arbusto. Como esencia de semisombra luminosa con un diseño perfecto, es apreciado desde tiempos inmemoriales por la fructificación de un rojo brillante que adorna los pies femeninos en invierno, un rojo perfectamente realzado por un follaje espinoso de un verde oscuro y brillante. Símbolo de nuestras fiestas de fin de año, el Acebo común magnificado en invierno por un manto de nieve, es un anfitrión de buena composición en la mayoría de nuestras regiones. Ornamental durante todo el año, encontrará su lugar en un jardín natural, en un seto libre o defensivo, en un sotobosque o incluso de forma aislada.

Los acebos pertenecen a la familia de las Aquifoliáceas. El Ilex aquifolium es un arbusto persistente muy ubicuo, que ama los suelos profundos y zonas frescas a húmedas, pero también se adapta a espacios abiertos. Es bastante polimorfo, adoptando según su hábitat la forma de un gran arbusto cónico de 5 m de altura por 2 m de ancho, o la forma más tupida de un pequeño árbol. Esta especie, de crecimiento lento, enraíza profundamente en el suelo, priorizando el desarrollo de su sistema radicular antes de producir su ramaje. Se trata de un gran arbusto dioico, es decir que existen sujetos masculinos y femeninos. El follaje, persistente, está compuesto por hojas coriáceas, de 5 a 8 cm de longitud, polimorfas según la edad de la planta o su vigor. El borde de las hojas es ondulado y dentado, presentando espinas afiladas, especialmente hacia abajo y en los tallos estériles. La lámina es de color verde oscuro muy brillante en el haz, mucho más claro y mate en el envés. La floración tiene lugar en primavera, en mayo-junio, en la axila de las hojas, en forma de pequeñas flores blancas a rosadas, melíferas y perfumadas, no superando los 5 mm de diámetro. Las flores masculinas están agrupadas en racimos, las flores femeninas son solitarias o agrupadas por 2 o 3. Cuando tiene lugar la polinización, las flores femeninas se transforman en pequeños frutos globulares y brillantes, de un rojo oscuro a escarlata, que deleitan a las aves en invierno. En el jardín, los pájaros dispersan las semillas al azar, ¡y no es raro ver surgir innumerables pequeños acebos aquí y allá en los macizos y bajo los árboles grandes! La corteza de este pequeño árbol, de color verde cuando es joven, adquiere luego un tono gris y un aspecto liso. El acebo común es una esencia de buena longevidad, pudiendo vivir hasta 400 a 500 años.

El Ilex aquifolium satisfará a los jardineros aficionados a los arbustos sólidos, hermosos durante todo el año y sin pretensiones. Ofrece la ventaja de adaptarse a numerosas condiciones de cultivo aportando un toque gráfico al jardín, ligeramente majestuoso, especialmente en invierno cuando aparecen sus frutos de un rojo brillante. Es perfecto en un bosquecillo, acompañado de algunos arbustos caducos de follaje otoñal (Parrotia, Cotinus, Sorbus domestica...) y de coníferas gris-azuladas para el contraste. También se puede plantar en un seto mixto, junto a Elaeagnus Zempin, sauce de los coyotes (Salix exigua), Durillo, Cotoneaster lacteus, algunos evónimos caducos, o incluso saúcos. Permite formar setos defensivos junto a los piracantos y el Poncirus trifoliata. Principalmente teme la sequedad del aire y los suelos poco profundos.  Rústico por debajo de -15°C, le gustan especialmente los lugares frescos en un gran jardín natural. Se planta sin moderación en nuestras regiones frías, junto al espino, a las simforinas y otros acebos perennes.

Los acebos son plantas admiradas y vegetales desconocidos a la vez. El género cuenta con cerca de 800 especies caducas o perennes, generalmente originarias del hemisferio norte templado. Estas plantas, muy antiguas, han experimentado la alternancia de períodos glaciares y períodos secos y cálidos de nuestra historia climática, lo que las convierte en vegetales extremadamente adaptables y resistentes. Su madera, blanca a crema, es muy pobre en agua, incluso cuando está verde. Es densa y pesada, pero suave y fácil de trabajar en ebanistería. También es un excelente combustible para la calefacción, utilizable incluso en verde. Por último, su follaje y sus bayas (no comestibles) son ricos en cafeína. Se prepara un té con sus hojas en la Selva Negra.