Arce de corteza de serpiente Viper

El Acer davidii Viper es una variedad de Arce de David con un desarrollo más moderado que el de la especie típica, lo que permite adoptarlo en un jardín de tamaño modesto. Como todos los arces de piel de serpiente, se aprecia por la belleza de su corteza lisa y jaspeada, completamente marmoleada de verde y blanco. 'Viper' también se distingue por su capacidad para desarrollar varios troncos que le confieren una silueta con un diseño singular. Otra ventaja de este pequeño árbol es su follaje cambiante a lo largo de las estaciones, con un magnífico color amarillo anaranjado en otoño. Ofrézcale un lugar destacado, no lejos de la casa, para poder admirarlo en todas las estaciones.

Originario de China, el Acer Davidii o Acer laxiflorum ningpoense, también conocido como Arce de David o Arce jaspeado, es un arbusto caducifolio de la extensa familia de las aceráceas. El cultivar 'Viper' se distingue, entre otras cosas, por una estatura más modesta. De crecimiento moderadamente rápido, este arbusto grande alcanzará en promedio 3,50 m de altura por 2,50 m de envergadura. Presenta una porte redondeada y extendida, compuesta por una copa reniforme sostenida por ramas delgadas y frágiles. El tronco, simple o múltiple, es corto, ramificado cerca de la base. Está cubierto por una corteza lisa, cuyo diseño recuerda a la piel de una serpiente en fase de muda. Su color es un verde un poco gris jaspeado y estriado longitudinalmente de blanco algo grisáceo. Las hojas caducas, opuestas, con 3 o 9 folíolos ovales, son rojas al brotar, se vuelven verde claro, luego verde oscuro en la madurez para terminar en un hermoso naranja en otoño. En junio, una floración insignificante da paso a frutos alados de 3 a 5 cm de largo.

El Acer davidii 'Viper' es un pequeño árbol de semisombra, que prefiere suelos no calcáreos y frescos. Si su jardín puede ofrecerle estas condiciones que aprecia, se convertirá en la pieza central. Esta variedad de estatura modesta encontrará su lugar en los jardines pequeños, destacándose en el centro de un macizo de tierra de brezo rodeado de plantas perennes con un diseño sobrio como hostas, helechos o lirios de los valles, por ejemplo, plantas que no eclipsarán su personalidad tan singular.