Prunus mahaleb - Cerezo de Santa Lucía

El Prunus mahaleb, también conocido como Cerezo de Santa Lucía, es un pequeño cerezo silvestre y aromático muy común en muchas de nuestras regiones, siendo más raro en el norte y oeste del país. Con una elegante porte extendida, sostenida por una ramificación oscura y bellamente retorcida, en primavera muestra una densa y redondeada corona, casi desprovista de hojas pero literalmente cubierta de flores blancas y perfumadas. Sus pequeños frutos, ácidos y amargos, son comestibles pero más apreciados por los pájaros que por los humanos. Perfectamente rústico, amante de los suelos calizos, a la vez sobrio y frugal, este pequeño árbol sin preocupaciones y encantador debería formar parte, al igual que el espino y el endrino, de cualquier seto campestre que se precie.

El Prunus mahaleb, perteneciente a la gran familia de las rosáceas, recibe en diferentes regiones los nombres de Cerezo de Santa Lucía, Falso cerezo, guindo, almendro de China, amarel o incluso ciruelo odorante. Es originario de una extensa zona que va desde el Mediterráneo hasta Marruecos y el Medio Oriente, llegando hasta Asia Central. Crece de forma espontánea en matorrales, bosques claros y garrigas, generalmente en suelos calizos. Con un crecimiento moderadamente rápido según las condiciones de cultivo, con un tronco corto, se ramifica bien desde la base, produciendo numerosas ramas extendidas. Su tronco retorcido está cubierto de una corteza joven lisa y gris, que con el tiempo se vuelve negruzca a púrpura. Se agrieta verticalmente. En su madurez, este cerezo silvestre alcanzará aproximadamente los 6 m de altura por 4 m de envergadura, pero su tamaño varía mucho según el tipo de suelo. Si permanece pequeño y robusto en suelos rocosos y pobres, puede alcanzar más de 10 m de altura en una tierra fresca, profunda y rica en aluviones u hojarasca. El tronco está coronado por una copa tupida y extendida. Simultáneamente a la aparición del nuevo follaje, de marzo a mayo según las regiones, aparece una profusión de pequeñas flores simples con 5 pétalos, melíferas y muy perfumadas, de 1,5 a 2 cm de diámetro. Están agrupadas en pequeños racimos de 4 a 10. La floración es seguida por la formación de pequeños frutos primero rojos y luego negros al madurar, comestibles pero sin gran valor gustativo. El follaje, caduco, está compuesto por hojas alternas, de forma oval y puntiaguda, a menudo dobladas por la mitad en la vena principal, midiendo de 2 a 6 cm de longitud por 1,5 a 4,5 cm de ancho. Su margen está finamente dentado.

Su línea retorcida, dibujada por un tronco retorcido y ramas sinuosas, hace que el cerezo de Santa Lucía sea adecuado para el cultivo en bonsái. Este pequeño árbol, símbolo de vigor y renovación, es adecuado para jardines de tamaño mediano o pequeño. Se puede plantar en macizos o de forma aislada, en setos y también en alineaciones. Es particularmente indicado en un seto libre, mixto o campestre, que le permitirá expresar su espontaneidad. Muy fácil de cultivar, muy resistente, se sentirá cómodo en la mayoría de nuestras regiones, del norte al sur. Por ejemplo, en un seto o macizo, se puede asociar con otros arbustos de floración primaveral, simultánea o desfasada, como los manzanos ornamentales, melocotoneros de flor, endrinos, membrilleros, almendros de China, espino albar...

Un poco de historia:

El nombre de la especie mahaleb deriva del latín científico almahaleb, tomado del árabe mahlab, que localmente designa a este pequeño cerezo silvestre. Y 'Santa Lucía' hace referencia a un convento ubicado en Sainte-Lucie-du-Mont en Meuse, que inició en el siglo XVII la fabricación artesanal y el comercio de objetos religiosos hechos de la madera perfumada de este Prunus, que abundaba en los alrededores del convento.