Corokia cotoneaster Little prince

El Corokia cotoneaster Little Prince es un arbusto interesante por su estructura original, con ramificaciones claras y enredadas, que resaltan perfectamente su follaje gris violáceo y su floración primaveral amarilla, abundante y perfumada. Extremadamente robusto, moderadamente rústico, tolerante a la sequía y a la salinidad, esta planta de origen neozelandés es perfectamente adaptada a los jardines costeros. Su personalidad se destacará en un seto bajo, o bien para formar un gran cubresuelos, en contraste con otros arbolitos elegidos por su textura suave y redondeada. 

El Corokia cotoneaster Little Prince pertenece a la familia de las Argofiláceas. Su ancestro, el corokia cotoneaster, es endémico de Nueva Zelanda donde se encuentra en diversos ambientes, en llanuras o en las rocas de montaña, pero siempre en un clima más bien seco. Su resistencia al frío es de alrededor de -8 a -10°C en punta para un ejemplar adulto. Esta selección Little Prince es más compacta, el arbusto alcanza en promedio 1.50 m de altura por 1.20 m de envergadura. Su crecimiento es bastante lento, su porte es arbustivo, denso y globalmente redondeado. Las ramas son delgadas, blanquecinas a grises, presentan una ramificación densa, con ángulos regulares, llegando a crear una especie de neblina. Estas ramas llevan algunas pequeñas hojas coriáceas en forma de cuchara, que miden de 0.5 a 2 cm de largo, y persisten si el invierno no es muy duro. Su tamaño varía según las condiciones de cultivo: en suelos pobres, son más pequeñas. Su color es un verde oscuro teñido de violáceo negruzco en el haz, el envés es blanquecino y aterciopelado. La floración ocurre de mayo a junio. Toma la forma de pequeñas flores estrelladas y perfumadas de cinco pétalos, de 1 a 2 cm de diámetro, que aparecen solitarias o reunidas en racimos de cuatro en la axila de las hojas. Estas flores amarillas, nectaríferas, son seguidas por frutos que son un festín para los pájaros al final de la temporada.

El Corokia cotoneaster Little Prince se utilizará en setos libres o podados, cubresuelos, setos bajos, taludes o incluso para formar bonsáis. Esta planta poco común se integra bien en un jardín mediterráneo seco o de estilo contemporáneo. Se puede asociar con jaras, marrubios y phlomis con follajes peludos, por ejemplo. Los follajes oscuros de los coníferos enanos también crean un contraste interesante con su vegetación nubosa. En regiones con inviernos rigurosos, se cultivará en una maceta profunda, para invernar en un invernadero frío o en un porche poco calefaccionado. Sus ramas también pueden ser utilizadas en arreglos florales.