Cotoneaster lucidus

El Cotoneaster lucidus no se planta a menudo en nuestros jardines, a pesar de sus cualidades ornamentales y su gran capacidad de adaptación a suelos y climas muy variados. Con un desarrollo moderado y una vegetación densa, de crecimiento rápido, que soporta admirablemente la poda, apreciado por sus hermosos colores otoñales y su fructificación decorativa, se utiliza más comúnmente en un seto. Su floración rosa pálido en mayo-junio no carece de encanto y sus racimos de bayas rojo oscuro persisten durante mucho tiempo en invierno, haciendo felices a los pájaros. Añadamos que de todos los madroños, es el que mejor soporta el viento y la sal marina. También lleno de encanto en un seto libre o en un paisaje de boscaje, este arbusto no decepcionará. 

El Cotoneaster lucidus pertenece a la familia de las rosáceas. Este arbusto caduco, originario del Norte de Asia, a veces se conoce como Madroño de Pekín. Robusto, poco exigente, es capaz de resistir a las sequías marcadas pero también a inviernos muy rigurosos, incluso cuando crece en un suelo pobre y pedregoso. Presenta un porte tupido, globalmente redondeado y ligeramente erguido, sostenido por ramas extendidas, flexibles, ligeramente arqueadas. Su crecimiento es rápido, alcanzará en promedio 2 m de altura por 1,50 m de envergadura. Su follaje, caduco, está compuesto por hojas simples, de forma oval, de 2,5 a 6 cm de longitud y 2 cm de ancho. La lámina foliar, espesa y coriácea, es de un verde oscuro lustroso en el haz, más claro y pubescente en el envés. Las hojas adquieren en otoño tonalidades amarillas a rojo púrpura antes de caer. La floración tiene lugar en mayo-junio según el clima, en forma de pequeños racimos compuestos por diminutas flores rosa pálido de 5 pétalos. Esta floración, fragante, melífera y nectarífera, da paso a racimos de pequeños frutos redondos que van cambiando progresivamente a rojo muy oscuro en septiembre-octubre. Esta fructificación, apreciada por pájaros y pequeños mamíferos, perdura bastante tiempo en las ramas en invierno. La dispersión de las semillas se realiza a través de ellas, y no es raro encontrar plantas jóvenes dispersadas un poco al azar en el jardín.