Cyathea medullaris - árbol helecho negro

La Cyathea medullaris es una especie de helecho arborescente originaria de Oceanía. Muy espectacular y de crecimiento bastante rápido, aportará inmediatamente una nota de exotismo a su jardín, terraza o patio. Prefiere los suelos siempre frescos a húmedos pero drenados, más bien ácidos y ricos, a media sombra o al sol no abrasador. Sensible al frío, en cambio no tolera más que heladas muy cortas hasta -3°C.

La Cyathea medullaris pertenece a la familia de las Cyatheaceae. Los miembros de esta familia se distribuyen en Oceanía y en las islas del Pacífico, y aprecian los bosques húmedos y sus bordes, en suelo blando. La humedad del aire también es muy importante, razón por la cual estos helechos se marchitan en atmósferas secas o en lugares demasiado ventosos. Esta especie, principalmente neozelandesa pero que también se encuentra en algunas islas, es también llamada helecho arborescente negro, debido a su magnífico "tronco" (llamado estípite en estas plantas, en realidad son restos de raíces y del pecíolo de las antiguas frondas acumuladas) esbelto, cubierto de escamas negras y brillantes. En la parte superior del estípite se producen las magníficas frondas persistentes, verde manzana con pelos rojizos, que se desenrollan como una prefoliación circinada a lo largo de su crecimiento. Formando una vasta y elegante corona, pueden alcanzar de 2 a 4 m de longitud. El desarrollo de esta ciathea es bastante rápido, y puede alcanzar los 5 metros de altura por 3 metros de ancho en buenas condiciones, (con un crecimiento anual de aproximadamente 30 cm) - ¡en su medio de origen, puede superar los 20 metros de altura!

Los orígenes de la Cyathea medullaris exigen reservarla para regiones muy templadas. Se le debe proporcionar un suelo húmedo pero drenado, ácido y no muy rico, y un clima no demasiado contrastado, ni demasiado cálido en verano ni demasiado frío en invierno: las frondas sufren por debajo de 0°C, y la planta puede morir a partir de -3 a -5°C. Tolera un sol ligero, aunque prefiere la media sombra. Es posible protegerla colocándola en un lugar muy resguardado, en un invernadero si está en macetas, o colocando una cubierta de invernada (eventualmente calefaccionada) alrededor del estípite durante los períodos fríos. Además, detesta los vientos desecantes y requiere absolutamente una importante humedad atmosférica. Su cultivo requiere cierta experiencia, y no la recomendaríamos a un jardinero principiante. ¡Pero cuando está contenta, qué recompensa! No dejará de llamar la atención de sus visitantes y será una pieza central de su jardín.