Mahonia oiwakensis subsp. lomariifolia

El Mahonia oiwakensis subsp. lomariifolia, comúnmente conocido como Mahonia sin espinas lomariifolia, quizás sea el más elegante y escultural de todos los mahonias. Destacando en invierno por su larga floración soleada y perfumada, este gran arbusto también posee una forma muy particular que le confiere un aspecto exótico muy atractivo durante todo el año. Sus largas hojas perennes y brillantes, fuertemente cortadas en estrechos folíolos espinosos, recuerdan a las frondas de un helecho arborescente. Esta planta altamente estructurante aportará un toque de exotismo a cualquier decoración.

El Mahonia sin espinas lomariifolia pertenece a la familia de las berberidáceas. Se trata de una especie resistente (-15°C como mínimo) y poco exigente en agua, originaria de China. Su facilidad de cultivo y sus cualidades ornamentales le han valido ser recompensada en Inglaterra por la Real Sociedad de Horticultura. Este arbusto rizomatoso alcanza eventualmente unos 3 m de altura, un poco menos en anchura. Su crecimiento, bastante lento durante los primeros años, se acelera después. Creciendo en varios troncos que tienden a despejarse con los años, este Mahonia muestra una forma erguida hermosamente esbelta, sostenida por ramas poco ramificadas. El follaje, persistente incluso en invierno, está compuesto por largas hojas dispuestas en rosetas hacia el extremo de los tallos. Alcanzando los 50 cm de longitud, están cortadas en 10 a 20 pares de folíolos dispuestos de forma opuesta a lo largo de la vena central, en un plano casi horizontal. Cada uno, de forma lanceolada, tiene una textura coriácea y un borde espinoso y ondulado. El color del follaje joven de primavera es un verde púrpura, que se vuelve verde oscuro en verano, con un reverso amarillo-verde. La floración, larga en pleno invierno, se extiende desde finales de otoño (diciembre) hasta pleno invierno (enero-febrero). Las inflorescencias son erguidas ligeramente arqueadas, reunidas en rosetas en el extremo de los tallos jóvenes. Estos racimos de 10 a 25 cm están compuestos por una multitud de pequeñas flores campanuladas de color amarillo brillante y nectaríferas. Su perfume recuerda un poco al del lirio de los valles, pero más ligero. Dan paso a pequeñas bayas azules cubiertas de polvillo, decorativas, ligeramente tóxicas para los humanos pero apreciadas por los pájaros.

Florece en pleno invierno,  en largas panículas amarillas, el mahonia se convierte en el centro de atención en el jardín cuando las demás plantas duermen. Puede sustituir para los jardineros de regiones frías al mimosa meridional, guardando las proporciones, tanto en el jardín como en ramos. Su forma original, gráfica, muy estructurante, transformará un macizo o una gran rocalla sombreada. Asócielo por ejemplo con helechos y con las flores azules de los hígados o jacintos de bosque, en zonas frescas y sombreadas. Para ocultar un poco el pie despejado del arbusto, piense en geranios perennes, margaritas de otoño, o en la germandrina arbustiva (Teucrium chamaedrys), perenne y realmente poco exigente. Un grupo de 3 sujetos colocados en triángulo creará un bosquecillo bastante espectacular. Si se coloca en un ángulo de una terraza o de un pórtico, perfumará el aire y aportará color muy cerca de la casa durante los días tristes del invierno. Los jardineros sin jardín pueden acogerlo en una gran maceta en la terraza o el balcón, asociado por ejemplo con bambúes enanos. Este Mahonia también puede formar parte de un seto libre, con otros arbustos perennes.