Morus alba - Morera blanca

El Morus alba o Mûrier blanc, también conocido como morera blanca, es a la vez un excelente árbol de sombra y un árbol frutal muy apreciado en el sur, debido a su denso y exuberante follaje caduco, de color verde pálido que se vuelve amarillo dorado en otoño, así como por sus frutos blancos rosados a rojo violáceo, e incluso negruzcos, que se cosechan a finales de primavera. Son comestibles, aunque tienen un sabor un poco insípido, jugosos y dulces. Muy resistente (hasta -28°C), resistente al calor y a la sequía, este árbol con un potente sistema radicular prefiere suelos profundos pero bien drenados. Sus hojas han servido de alimento a los gusanos de seda desde tiempos inmemoriales.

Este morero chino común pertenece a la familia de las moráceas y produce en sus tejidos un látex, como todos los miembros de su familia. Originario de Mongolia e India, fue introducido en Francia a finales del siglo XV, lo que permitió el desarrollo de la sericultura. Este árbol de aspecto rechoncho tiene un tronco corto y grueso, coronado por una copa extendida un tanto irregular si no se poda. Se acostumbra a verlo más modelado en una cabeza redondeada y compacta después de la poda. Su crecimiento es rápido durante los primeros años, luego se ralentiza. Puede alcanzar los 10m en todas direcciones.  Su corteza, de color gris claro, se agrieta para volverse más gruesa, luego se vuelve gris marrón. Las hojas, caducas, son polimorfas, es decir, que su aspecto puede variar según su posición en las ramas. Miden de 6 a 8 cm de diámetro, de 10 a 20 cm de longitud, y son alternas, pecioladas, simples y cordiformes, o bien recortadas en 3 a 7 lóbulos más o menos profundos y presentan un margen irregularmente dentado. La lámina, brillante en el haz, es de color verde pálido que se torna amarillo dorado en otoño. El Morero blanco desarrolla, en abril, flores masculinas o femeninas en lugares diferentes de un mismo pie. Su discreta floración está compuesta por espigas masculinas o femeninas formadas por diminutas flores verde-amarillas. En junio-julio, las flores femeninas dan frutos ovoides carnosos, blancos y luego rosados violáceos cuando maduran, de 2 a 3cm, comestibles, un tanto gomosos, muy codiciados por los pájaros. Su sistema radicular, tanto pivotante como ramificado, no aprecia las trasplantaciones. Su potencia implica que se debe plantar a una distancia respetable de las construcciones.

El Morus alba, muy resistente, crece en un suelo fértil, bien trabajado y bien drenado, en una situación cálida y soleada. Tolera bien la contaminación pero teme la costa y las salpicaduras del mar. Los terrenos baldíos se beneficiarán de su presencia, ya que sus hojas enriquecen gradualmente el suelo cada otoño. Tradicionalmente utilizado como árbol de alineación, también se puede plantar en un seto frutal, junto a ciruelos mirabel, nísperos, cornejos, viburnos y cornisos para deleite de las aves. Puede ser un hermoso ejemplar, plantado de forma aislada en medio del césped, o cerca de la terraza para la sombra beneficiosa que ofrece en verano, especialmente porque sus frutos no manchan el suelo. También es útil en taludes para combatir la erosión del suelo. Sus hojas sirven de alimento a los gusanos de seda y tolera muy bien la poda.

Los frutos del morero blanco se consumirán frescos o secos.