Morus nigra - Moral negro

Morus nigra, la morera negra del Medio Oriente, forma parte, al igual que la vid, la higuera, el granado y el olivo, de esas plantas legendarias apreciadas por su diseño y sus frutos. Excelente árbol de sombra de gran longevidad, a menudo plantado en el sur a lo largo de las carreteras que atraviesan los pueblos, sin embargo es perfectamente rústico en una ubicación protegida. Su follaje caduco denso y exuberante, verde oscuro, se vuelve dorado en otoño y sus frutos rojo violáceos, casi negros cuando maduran, tienen un sabor ácido y aromático apreciado por golosos y pájaros. ¡Adopta esta morera en tu jardín, pero instálala preferiblemente un poco alejada de la terraza, ya que sus frutos manchan!

Esta morera negra pertenece a la familia de las moráceas y produce en sus tejidos un látex, al igual que todos los miembros de su familia. Sus orígenes se remontan desde el Medio Oriente hasta Asia Central, pero su introducción en el área del Mediterráneo se remonta a la antigüedad. Este árbol de aspecto rechoncho tiene un tronco corto y grueso, que con la edad adquiere un aspecto nudoso y tortuoso característico. Está coronado por una copa extendida un tanto irregular si no se poda. Su crecimiento es bastante rápido durante los primeros años, luego se ralentiza notablemente. Puede alcanzar 10 a 12 m (a veces hasta 15 m) en todas direcciones. Su corteza, de color gris claro, se agrieta para volverse más gruesa y abultada, luego se colorea de gris marrón. Las hojas caducas son polimorfas, es decir, que su aspecto y tamaño pueden variar según su posición en las ramas. Miden de 6 a 8 cm de diámetro, 10 a 20 cm de longitud, y son alternas, pecioladas, enteras y cordiformes, o divididas en 3 a 7 lóbulos más o menos profundos, presentando un margen gruesamente dentado. El limbo, rugoso y verde oscuro en el haz, es pubescente en el envés, lo que a menudo permite diferenciarlo de la Morera blanca. Se vuelve dorado en otoño. La Morera negra desarrolla, en mayo-junio, discretas flores masculinas o femeninas en diferentes lugares de un mismo pie. En agosto-septiembre, las flores femeninas dan frutos ovoides carnosos casi negros al madurar, comestibles, de sabor ácido, jugosos y muy apreciados por los pájaros. Sus frutos no están unidos a las ramas por pedúnculos largos, a diferencia de los de la Morera blanca. Su sistema radicular, tanto pivotante como extendido, no aprecia las trasplantaciones. Su vigor implica que se plantará a una distancia respetable de las construcciones.

La Morus nigra, muy rústica, merece ser plantada en toda Francia. Con su aspecto tortuoso, marca el jardín con su singular personalidad, siendo realmente poco exigente. Crece en un suelo fértil, bien trabajado y drenado, incluso calcáreo, en una ubicación cálida y soleada. Tolera bien la contaminación pero teme la costa y las salpicaduras marinas. Los terrenos baldíos se beneficiarán de su presencia, ya que sus hojas enriquecen gradualmente el suelo cada otoño. Tradicionalmente utilizado como árbol de alineación, también se puede plantar en un seto frutal, junto a ciruelos, ciruelos mirabel, nísperos, durillos y cornejos, para la alegría de los niños y los pájaros. Puede ser un hermoso ejemplar, plantado aislado en medio del césped. También es útil en taludes para combatir la erosión del suelo. Los frutos de la morera negra se consumirán frescos, en mermeladas, confituras o jarabes.