Rhododendron williamsianum Gartendirektor Glocker

Plante el Rhododendron williamsianum Gartendirektor Glocker en una exposición de media sombra o un poco más al sol, protegida de las horas calurosas y de los vientos fríos y secantes, en un suelo fresco, humífero y ligero, con tendencia ácida o neutra. Como todas las plantas de tierra de brezo, no tolera los suelos calizos ni los suelos pesados empapados de agua en invierno. Evite plantar a su alrededor, ya que sus raíces superficiales no toleran bien la competencia de otras plantas, especialmente por los recursos hídricos.

Cave un agujero con un volumen tres veces mayor que la maceta. Remoje la masa de tierra en agua (no calcárea) y plante el arbusto al nivel del collar, en una mezcla compuesta por 1/4 de turba, compost de hojas, grava o pozzolana y tierra franca. Riegue abundantemente y mantenga el suelo fresco y húmedo. Las Azaleas y Rododendros tienen un sistema radicular poco extenso. Por lo tanto, temen los largos períodos de sequía. Por eso se recomienda un suelo enriquecido con humus y riego abundante durante los períodos secos. Además, este sistema radicular no es muy fuerte, por lo que es indispensable aligerar los suelos pesados con materiales drenantes (grava, pozzolana, bolas de arcilla) al plantar. Coloque un mantillo de corteza de pino triturada al pie del arbusto cada primavera para mantener la frescura del suelo y conservar un pH ácido.

El mantenimiento se resume en cortar las flores marchitas en verano y limpiarlo de sus ramas muertas. Las Azaleas y Rododendros a veces pueden ser atacados por los otiorrincos que se alimentan del borde de las hojas y de las raicillas, así como por el famoso "tigre del rododendro" que no suele causar daños graves. Hoy en día existen soluciones biológicas efectivas contra los otiorrincos. El amarillamiento de las hojas (clorosis) en el Rododendro indica una mala asimilación del hierro en el suelo y provoca la muerte prematura de la planta. Si el calcáreo es a menudo la causa, un suelo mal drenado o una masa plantada profundamente también pueden explicar el fenómeno.

Los "rhodos" dan lo mejor de sí mismos en nuestros climas bretones y normandos, plantados en un suelo sin caliza y en un ambiente húmedo. Su cultivo en nuestros climas más cálidos y secos a menudo está condenado al fracaso a la larga, a pesar de todos los esfuerzos realizados para aclimatarlos.