Sophora japonica - Acacia del Japón

El Sophora japonica (actualmente renombrado como Styphnolobium japonicum), más conocido por sus nombres de Pagoda japonesa, Árbol de las pagodas o también Acacia del Japón, es un árbol caducifolio majestuoso, vigoroso y fácil de cultivar, más a menudo plantado en parques y a lo largo de avenidas que en jardines debido a su desarrollo que puede ser muy importante, dependiendo de las condiciones de cultivo. Con una hermosa porte amplia y ancha, se viste con un elegante follaje dividido, de un verde brillante, que proporciona en verano una sombra ligera, muy agradable. Cuando aparecen sus largas panículas de pequeñas flores de guisante blanco-crema, después de más de veinte años de cultivo y con un verano bien cálido, merece su otro nombre de Árbol del miel por lo embriagador que perfuma el espacio que lo rodea.

El Sophora japonica pertenece a la familia de las Fabaceae, o leguminosas, es pariente de la glicina, la falsa acacia y el acacia del Japón, por ejemplo. Es originario de China central y Corea. En la naturaleza, este árbol crece naturalmente en llanuras áridas. Reconocido por su elegante porte, este sophora ha sido a menudo plantado cerca de pagodas, lo que le valió su nombre de árbol de las pagodas. Fue introducido en Europa en 1747 por el Padre d'Incarville. Poco exigente en cuanto a la naturaleza del suelo, siempre que esté bien drenado, este árbol soporta la sequía estival una vez bien establecido. Los ejemplares jóvenes son bastante sensibles a las heladas fuertes (-10/-12°C en punta), pero los adultos pueden resistir a bajas temperaturas.

De crecimiento rápido, el Acacia del Japón puede alcanzar los 20 m de altura y 15 m de ancho en tierra fértil y fresca, aunque conserva dimensiones más modestas en jardines del sur, por ejemplo. El árbol generalmente desarrolla un tronco bastante corto y una amplia corona redondeada: puede ser tan ancho como alto. Las ramas principales son más bien erectas, mientras que las ramitas jóvenes son casi horizontales. Sus hojas caducas, de un verde oscuro brillante en el haz, de 15 a 30 cm de largo, están compuestas por siete a diecisiete folíolos. El envés es pubescente, y adquieren un hermoso color amarillo brillante en otoño, antes de caer. La floración, que aparece solo después de veinte años de cultivo, desde finales del verano hasta el otoño (de finales de julio a finales de septiembre) dependiendo del clima, se presenta en forma de bellas panículas de pequeñas flores blancas cremosas de 30 cm de largo. Las flores son nectaríferas y perfumadas. Los frutos que les suceden son vainas colgantes que evocan collares de perlas. El tronco del Árbol de las pagodas se vuelve retorcido con la edad, y presenta una corteza fisurada longitudinalmente. Su madera es quebradiza, y su sistema radicular es rastrero y muy extendido: es mejor instalarlo al abrigo de vientos fuertes que podrían derribarlo. Como muchas plantas de la familia de las Fabaceae, el Sophora japonica tiene la capacidad de producir en sus raíces nódulos que albergan bacterias específicas que le permiten desarrollarse en suelos pobres, utilizando el nitrógeno presente en el aire.

El Acacia del Japón mostrará todo su esplendor en un terreno amplio, como árbol de sombra.  Se volverá majestuoso si no se poda y constituirá un hermoso ejemplar si se coloca aislado en un césped. Si dispones de espacio, asícialo con otros árboles de floración estival (Albizia Summer Chocolate, el árbol de las abejas Tetradium daniellii...) o con foliajes de otoño.

El árbol de las pagodas alcanzará su pleno desarrollo con veranos bien cálidos. Es una planta utilizada en fitoterapia cuyas partes son purgantes. Antiguamente, las flores, los brotes foliares y las hojas se utilizaban para obtener colorante amarillo y las flores perfumadas se empleaban en cosmética.