Stachyurus chinensis Celina

El Stachyurus chinensis Celina, es un pequeño arbusto poco conocido que merecería estar más presente en jardines con suelos no calcáreos. No es más difícil de cultivar que los avellanos mágicos y ofrece una floración de finales de invierno igualmente original, así como colores otoñales impresionantes. Sus largos tallos arqueados, aún sin hojas, se adornan de racimos colgantes y etéreos llenos de pequeñas campanillas de un amarillo algo verdoso, extremadamente gráficas, luego de brotes amarillo azufre, muy luminosos. Es contra un muro de color oscuro, en suelo fresco, que este arbusto infinitamente grácil se valorará mejor. 

El Stachyurus chinensis es un arbusto sarmentoso, semi trepador, uno de los pocos miembros de la familia de las Stachyuraceae. Es originario de China como su nombre sugiere. Es una planta de suelo ligero, fresco y ácido exclusivamente, pero muy tolerante a la exposición. Resiste heladas del orden de -15°C pero su floración teme las heladas tardías y los vientos secos y fríos. Su foliación, caduca, cae en otoño y reaparece en primavera. La variedad 'Célina' se distingue por su porte un poco más compacto, una mayor floribundidad y flores más grandes. Esta variedad ha sido premiada por la Real Sociedad Hortícola en Inglaterra.

Su porte es arbustivo, extendido, sostenido por largos tallos flexibles. De crecimiento rápido, este arbusto alcanzará en unos años aproximadamente 3 m de altura por 2,50 m de envergadura. El primer atributo de 'Celina' es su floración temprana, que comienza en marzo, muy visible en sus ramas rojizas a violáceas antes de la aparición de las hojas. Sus flores son de pequeñas campanillas blanco crema ligeramente teñidas de verde y amarillo, reunidas en delgados racimos colgantes de unos 10 cm. Las jóvenes brotes y yemas amarillo azufre, igualmente decorativos, toman el relevo a principios de la primavera. En otoño, le toca a las hojas ofrecer un espectáculo fabuloso: se tiñen de amarillo y luego viran al rosa, violeta, rojo y naranja. El follaje está compuesto por hojas ovales a oblongas, lustrosas, finas como papel, con margen dentado. 

El porte extendido de este arbusto, su floración preciosa, sus colores otoñales lo convierten en un tema tan elegante en un macizo como aislado, o incluso apoyado en un muro orientado al sur o al oeste que favorecerá una floración más abundante. Sus racimos de flores resaltarán bien frente a una pantalla de bambú o frente a un fondo oscuro de tejo, boj o coníferas. Asócielo, por ejemplo, con Avellanos mágicos, Corylopsis, Styrax, evónimos caducos, Itea, Andrómedas, Clethra, árbol de las anémonas (Calycanthus) o incluso con hortensias paniculatas y árboles caramelos que aprecian las mismas ambientes. También se adaptará a la cultura en maceta, para embellecer la terraza o el balcón.