Microbiota decussata Fuzzball - Ciprés siberiano

El Microbiota decussata 'Fuzzball' es una variedad de Ciprés rastrero de Siberia seleccionada por su porte más tupido, en forma de fuente, y su follaje plumoso que adquiere hermosos tonos bronceados a violáceos en invierno. Su crecimiento es lento pero regular, y a la larga forma un bonito sujeto para rocallas y un buen cubresuelos, útil para vestir un gran talud o un macizo. Extremadamente rústico y resistente a la sequía, este conífero se desarrolla al sol o incluso a la sombra, en cualquier suelo drenado, incluido uno pobre y calcáreo.

El Microbiota decussata Fuzzball desciende de un conífero endémico de una zona muy restringida que se limita a las montañas de Sikhote-Alin, ubicadas en Extremo Oriente ruso. Pertenece a la familia de las cupresáceas, que incluye especies cercanas como los cipreses y los chamaecyparis. Esta variedad Fuzzball, introducida en 2008, conserva su follaje juvenil, más suave y fino, a lo largo de toda su vida. Presenta un porte compacto y expandido, pudiendo alcanzar con el paso de los años 80 cm de altura y 1,50 m a 2 m de envergadura. Al igual que la especie silvestre, está adaptada a las temperaturas y climas más duros, así como a las zonas áridas. Las ramas extendidas y elegantemente arqueadas, bellamente escalonadas, recuerdan un poco a las frondas de los helechos. El follaje perenne en invierno está compuesto por diminutas hojas escamosas superpuestas unas sobre otras y dispuestas planas sobre las ramas. De primavera a otoño, el follaje muestra un tono verde claro, para adquirir progresivamente un tono bronceado, a veces teñido de púrpura en climas fríos, en invierno. 

El Microbiota decussata Fuzzball es un extraordinario conífero para rocallas, de gran frugalidad, que embellece las zonas más difíciles del jardín, en llanura o montaña. Se adoptará sin reservas en un jardín seco, en un gran talud, entre rocas, sobre un muro o contra la casa para ocultar los cimientos. Se combina bien con líneas geométricas y estructuras de albañilería. Se adapta también muy bien al cultivo en maceta. Las verdaderas cualidades gráficas de los coníferos se imponen naturalmente en el diseño de un jardín contemporáneo. Estas plantas con una permanencia tranquilizadora estructuran duraderamente un macizo, marcan los senderos, bordean la terraza, sustituyendo fácilmente la presencia fuerte del boj recortado. Se asocian bien con las gramíneas despeinadas como las tipas, o con los brezos (Erica x darleyensis, Erica multiflora) de temperamento muy complementario. Todo radica en jugar con los volúmenes y los colores.