Chamaecyparis thyoides Blue Rock - Falso ciprés

El Chamaecyparis thyoides Blue Rock®, también conocido como Ciprés blanco del Atlántico, es un conífera enano muy reciente, con un follaje magnífico. Forma una bola compacta con un follaje muy fino y denso, inicialmente verde-azulado, que se tiñe de reflejos violetas a purpúreos en invierno. Crece muy lentamente, sin superar los 1,50 m en todas direcciones al alcanzar la madurez. Perfecto para rocallas y espacios pequeños, este conífera también se adapta notablemente bien al cultivo en macetas. Prefiere una exposición soleada o semisombra, un suelo que permanezca fresco, ligero y bien drenado, húmedo y más bien ácido.

El Chamaecyparis thyoides es una especie muy rústica originaria del este de América del Norte, específicamente desde las Costas de Maine hasta Florida. Pertenece a la familia de las cupresáceas, y también se le conoce como Ciprés blanco del Atlántico. En su entorno natural, puede alcanzar los 18 m de altura, mostrando una forma cónica estrecha. Ha dado origen a numerosos cultivares, con diferentes portes y follajes.

La variedad Blue Rock® 'Versent' fue introducida en 2012 por un vivero holandés. Proviene de una mutación que surgió en una rama de un ejemplar de Chamaecyparis thyoides 'Top Point', la cual luego fue esquejada. Tras 10 años, forma un hermoso arbusto de porte muy redondeado, midiendo 40 a 50 cm de altura, con 30 a 40 cm de envergadura. Potencialmente, llegará a alcanzar 1 m, 1 m 50 de altura después de largos años de cultivo. Su crecimiento es lento, de unos 4 a 5 cm al año. Este pequeño conífera conserva su follaje juvenil en forma de agujas muy cortas, con reflejos muy azules, sin desarrollar las hojas escamosas típicas. Sus finas ramas verde grisáceo están agrupadas en pequeños abanicos muy apretados e irregularmente distribuidos en las ramas. El interior de la bola está compuesto por ramas desnudas de color gris verdoso. El follaje adquiere magníficos reflejos morados a violáceos en invierno.

El Chamaecyparis thyoides Blue Rock es un pequeño conífera rústico y original que se adoptará sin reservas en el jardín por su follaje cambiante y magníficamente coloreado. Ideal para la plantación en macetas en la terraza, y por supuesto en rocallas. Por su crecimiento muy lento y su silueta redondeada, que prescinde de la poda, lucirá maravillosamente junto a variedades más altas, de porte columnar, piramidal o cónico estrecho. Las verdaderas cualidades gráficas de los coníferas enanos se imponen naturalmente en el diseño de un jardín contemporáneo, que prefiere la estética de las formas, las siluetas y las texturas a la danza de las floraciones. Estas plantas con una presencia duradera estructuran de manera perdurable un macizo, marcan los pasillos, bordean la terraza, sustituyendo fácilmente la fuerte presencia del boj recortado. Sirven de marco a pequeñas rosas, peonías o gramíneas despeinadas con un temperamento muy complementario. También se pueden asociar con plantas cubresuelos como aubrietas, cerastiums, así como con arbustos florales. La clave está en jugar con los volúmenes y los colores.