Picea pungens Kuba - Pícea de Colorado

El Picea pungens 'Kuba' es una auténtica forma enana del abeto azul, procedente de una siembra encontrada en Polonia. Es una variedad rara y preciosa, que hará las delicias de los coleccionistas y propietarios de pequeños jardines. Lentamente forma una pequeña bola aplanada, que se distingue por su follaje en agujas de un tono azul particularmente vivo, y una estructura muy densa. Su crecimiento muy lento y su tamaño especialmente reducido lo destinan a los espacios más pequeños, para ser plantado en rocallas, pero también en macizos, bordillos o incluso en macetas. Se desarrolla bien al sol o en media sombra, en un suelo drenado, preferiblemente fresco, neutro a ácido.

Originario de la costa oeste de los Estados Unidos y de las Montañas Rocosas de América del Norte, hasta Canadá, el Picea pungens, también conocido como Pícea de Colorado, es un conífero persistente muy resistente perteneciente a la familia de las pináceas. En su entorno natural, crece lentamente, presenta una forma cónica elegante con ramas horizontales muy escalonadas. Este árbol puede alcanzar entre 25 y 40 m de altura, tolera los suelos calcáreos y cierta sequedad.

La variedad 'Kuba', derivada de esta especie, es un hallazgo polaco reciente, casi imposible de encontrar en el comercio. Es un pequeño y delicioso conífero, de porte compacto, inicialmente globular y luego en cojín aplanado. Su crecimiento es muy lento, del orden de 4 a 5 cm de altura y de ancho cada año. A los 10 años, alcanzará 40 cm de altura por 60 cm de envergadura, según las condiciones de cultivo. En su etapa adulta, alcanzará aproximadamente 60 cm de altura por 90 cm de ancho. Produce ramas casi horizontales, ramificadas, cortas y gruesas, apiladas unas sobre otras. Están cubiertas de agujas muy cortas y punzantes, dispuestas en densos pinceles a ambos lados de las ramas. Sus nuevos brotes primaverales son de un azul plateado muy vivo, luego el follaje adquiere un tono azulado más suave.

El Abeto azul 'Kuba', por su porte compacto y regular, su desarrollo muy reducido, sin mantenimiento y su facilidad de cultivo, es una planta perfecta para rocallas y terrazas, o para la plantación en bordillo. Se adapta bien a muchas situaciones, siempre que el suelo esté drenado y no sea demasiado calcáreo y la exposición soleada. Esta planta combina bien con grandes piedras, líneas geométricas y estructuras de albañilería. Se puede asociar con anuales de primavera o verano, que realzarán su follaje. Las verdaderas cualidades gráficas de los coníferos se imponen naturalmente en el diseño de un jardín contemporáneo, que prefiere el esteticismo de las formas, las siluetas y las texturas a la danza de las floraciones. Estas plantas con una presencia duradera estructuran de forma duradera un macizo, marcan los pasillos, bordean la terraza, sustituyendo fácilmente la fuerte presencia del boj recortado o del acebo. Se combinan bien con brezos, artemisas o salvia arbustiva, o con plantas cubresuelos como aubrietas, cerastiums, así como con arbustos florales como gauras. La clave está en jugar con los volúmenes y los colores.