Trachycarpus wagnerianus

El Trachycarpus wagnerianus, también conocido como Palma enana de Chusan, es una asombrosa asiática, aún más resistente que su famoso primo el Trachycarpus fortunei. Tan elegante pero más rechoncho que este último, esta variedad, muy adecuada para pequeños jardines y terrazas, se desenvuelve igual de bien en el Norte como en el Sur de nuestro país. También seduce por su aspecto muy ornamental, debido a sus hojas mucho más rígidas, compactas y pequeñas que le dan un aspecto de bonsái, aportando un toque real de exotismo a cualquier macizo.

El Trachycarpus wagnerianus pertenece a la familia de las arecáceas. Esta planta arbustiva no se conoce en estado salvaje, pero ha sido cultivada desde hace mucho tiempo en Japón, donde se pierde su rastro. El botánico inglés Robert Fortune trajo semillas a Europa alrededor de 1850. Podría ser una subespecie de Trachycarpus fortunei. Esta palmera persistente, particularmente resistente, se adapta a todos los climas, ya sean templados fríos o subtropicales y secos.

Desde temprana edad, esta palmera muestra una porte muy equilibrada, y sus hojas de un verde profundo bordeadas de blanco son realmente hermosas. De crecimiento lento cuando es joven (los 4 o 5 primeros años), alcanzará una altura de 3 a 4 m a la edad de 12 años, en terreno abierto. Su vegetación está compuesta por un falso tronco (estípite) estrecho en la base, cubierto de un montón de fibras y cicatrices foliares en la parte superior, llevando una corona muy compacta compuesta por unas veinte hojas en abanico. Estas hojas, sostenidas por pecíolos largos de 50 a 60 cm, son de un verde profundo, neto, muy vivo, rígidas, fuertemente palmadas, y no superan los 60 cm de diámetro. Una planta adulta florecerá en junio-julio. Las flores, de color crema en las hembras y amarillo brillante en los machos, son llevadas por inflorescencias ramificadas que emergen entre las hojas. Esta especie es dioica: cada sujeto es macho o hembra. Solo las plantas hembra llevan racimos de pequeños frutos azul-negruzcos, conteniendo una semilla negra cuando madura.

Esta palmera enana es, junto con el Chamaerops humilis, una de las más fáciles de aclimatar en muchas de nuestras regiones. En terreno abierto, se colocará en aislado, no lejos de una piscina por ejemplo, acompañado de Tetrapanax Rex, bananeros o yucas, en un entorno de inspiración exótica. Pero esta variedad expresará todo su potencial en aislado, o en un gran rocalla. Un poco difícil de combinar debido a su fuerte personalidad, sin embargo, se puede plantar en grupo de 3 sujetos y rodearlo de un tapiz de cíclamenes, de una siembra de alfombras rosas, o de un banco de Félicias. Un jardín contemporáneo lo adoptará sobre una marea de guijarros blancos. Será un magnífico ejemplar en la terraza o el balcón, plantado en una gran maceta elegida con cuidado.