Bellevalia romana - Jacinto romano

La Bellevalia romana, más conocida como Jacinto romano o también como Jacinthe romaine, encantará a los amantes de la botánica y a los coleccionistas de plantas raras. Protegida a nivel nacional y volviéndose rara en su entorno natural debido a la desaparición de praderas inundables en el sur de Francia, esta planta bulbosa que recuerda a un jacinto de bosque con flores blancas o a una pequeña asfódelo, sin embargo, no carece de encanto. Aún no disponible en el comercio hortícola, se sabe poco sobre su posible comportamiento en jardines, pero su distribución geográfica sugiere que tolera bien las heladas y los veranos secos y calurosos.

El Jacinto romano se encuentra con frecuencia en prados húmedos o inundables como pastos para caballos y en los márgenes de arroyos, hasta los 700 m de altitud, en el sur de Francia: está presente en Provenza, en Languedoc, Rosellón y en el Suroeste, llegando hasta Lot-et-Garonne y Dordoña. Es una planta vivaz con un gran bulbo ovalado que pertenece a la familia de las asparagáceas.

La Bellevalia romana comienza su vegetación en el transcurso del invierno, el bulbo produce 4 a 5 largas hojas estrechas, lisas, de 5 a 15 mm de ancho y de 20 a 50 cm de largo, reunidas en una roseta. El tallo floral emerge entre las hojas a finales de marzo o principios de abril. Permanece más corto que las hojas, pero estas a menudo se extienden sobre el suelo. La inflorescencia es un racimo cónico alargado y algo suelto, cuyo tallo principal es de color oscuro. Está adornado con pequeñas flores erguidas, en forma de campanillas estrelladas, llevadas por pedicelos más largos que la corola. Su color es blanco verdoso violáceo en la base, pero blanco puro en la punta. Los estambres son de color violeta. Al marchitarse, la corola se vuelve marrón. El fruto es una cápsula triangular que contiene 2 semillas redondas. A finales de la primavera, toda la vegetación se seca. El bulbo entra en reposo, mientras que el suelo se seca.

Plante sus bulbos de Bellevalia romana en un césped o al pie de un árbol caducifolio, con Campanilla de invierno, por ejemplo, o en compañía de tulipanes botánicos. Se requiere humedad importante, o al menos cierta frescura del suelo, desde otoño hasta junio; los veranos secos no le molestan, al contrario.