Jacinto Blue Eyes - Jacinto fragante

El Hyacinthus orientalis Blue Eyes es un jacinto híbrido de obtención reciente, original por su color azul claro muy suave. Su espiga densa está compuesta por pequeñas flores estrelladas que parecen heladas, donde se mezclan el blanco y una ligera tonalidad de azul ultramar, creando un bonito tono pastel y matizado que le faltaba a esta magnífica planta bulbosa de fragancia embriagadora. Se puede adoptar tanto en el jardín, en suelo fértil y fresco pero drenado, como en macetas para una floración invernal en casa. En exterior, florece en medio de la temporada de jacintos, en marzo-abril.

Aunque ya casi no se cultiva el Jacinto de Oriente, esta especie originaria de Oriente Medio y regiones mediterráneas ha dado origen a innumerables cultivares muy apreciados en jardinería por su deliciosa floración primaveral o en floristería por su capacidad de ser forzada. Esta especie botánica se encuentra naturalizada en Francia en Bocas del Ródano, Var, Alpes Marítimos y Lot y Garona.

El jacinto Blue Eyes, al igual que ella, pertenece a la familia de las hyacinthacées o de las asparagáceas. Posee un bulbo grande y ovalado y forma a partir de la primavera un grupo de hojas en forma de cinta de un verde brillante muy vivo, de donde emerge, en marzo-abril, un tallo floral robusto, de 20 cm de longitud, que lleva numerosas flores estrelladas, apretadas unas contra otras, diáfanas, de una sustancia espesa y translúcida, blanco-azulado con un corazón un poco más oscuro, y de fragancia suave. La follaje es caduco en verano; reaparece a finales de invierno.

Entre las floraciones tempranas, el jacinto es uno de los pocos bulbos con flores grandes. Resérvele un lugar destacado en el jardín, cerca de la entrada de la casa para disfrutar de su fragancia en cada paso. Aportará manchas de color espectaculares en sus parterres. Se pueden combinar fácilmente los jacintos con otros bulbos tempranos como las Chionodoxas, los crocos híbridos o los Tulipanes humilis tempranos. Sus flores son comestibles, crudas o cocidas, y revelan una textura un poco mucilaginosa. Según los gustos, se pueden cristalizar con azúcar o incorporar en ensaladas de frutas. Antiguamente, constituían un manjar que se podía encontrar bajo el nombre de « confit de jacintos de Constantinopla ».