Remolacha forrajera Fourragère géante rouge

La remolacha forrajera gigante roja tiene una pulpa blanca y una piel roja oscura. Cilíndrica, larga y gruesa, puede alcanzar los 22 a 25 cm de longitud. Es muy fácil de extraer del suelo cuando alcanza la madurez, ya que dos tercios de la raíz sobresalen en la superficie y las raicillas externas son muy cortas.
El cultivo de remolachas forrajeras es particularmente productivo. Las raíces tienen un valor nutritivo interesante. Normalmente destinadas a la alimentación animal, son perfectamente comestibles para los humanos, pero su sabor es mucho menos aromático que el de sus homólogos hortícolas. Su sabor muy dulce se asemeja al del rábano blanco. Al igual que este último, será más apropiado utilizarlo en platos con salsa o en recetas asiáticas en sustitución del daikon o rábano japonés.

Las remolachas forrajeras temen la competencia de las raíces, por lo que es muy importante deshierbar regularmente o poner mantillo alrededor de los pies.

Las remolachas son hortalizas de raíz bienales. El primer año se dedica a la acumulación de nutrientes en la raíz. El segundo año, la planta utiliza esta reserva para producir la floración y luego la formación de semillas. La raíz comestible se cosecha en el primer año, pero si desea producir sus propias semillas, tendrá que esperar al año siguiente reservando algunas plantas para este fin. A veces llamadas zanahoria roja o raíz roja, las variedades de remolacha difieren, sin embargo, por su color: existen rojas, blancas, amarillas, naranjas o rosadas, por sus formas cilíndricas, esféricas, ovales, etc., y por su contenido de carbohidratos. Se clasifican en tres grandes categorías, a saber:

• las remolachas hortícolas generalmente plantadas en jardines,
• las remolachas azucareras cultivadas en campo abierto para extraer el azúcar,
• y finalmente las remolachas forrajeras destinadas al ganado pero muy sabrosas en la alimentación humana.

La remolacha no solo es un alimento rico en carbohidratos, sino que también es conocida por su alto contenido de vitaminas y minerales, especialmente potasio.

Conservación: una vez arrancadas las remolachas, se dejan secar de nuevo durante un día completo en el suelo. Para conservarlas durante todo el invierno, se recomienda almacenarlas en un lugar fresco y oscuro como un sótano, una bodega. Para optimizar la conservación y preservar mejor las cualidades gustativas, puedes enterrarlas bajo una capa de arena bien seca.

El truco del jardinero: las remolachas deben plantarse a pleno sol pero también deben permanecer en un suelo fresco. Para mantener estas dos condiciones, recuerda poner mantillo alrededor de las plantas.