Rutabaga Magres

El Rutabaga Magres es una variedad muy buena que ofrece tubérculos con piel violeta y carne amarilla. Es un Rutabaga rústico, resistente a enfermedades y de muy buena calidad gustativa. Se siembra de abril a junio para una cosecha de octubre a diciembre.

El Rutabaga, también conocido como Chou-navet, Chou de Siam o incluso Chou Sueco, es una hortaliza de raíz originaria del Norte de Europa que pertenece a la gran familia de las Brassicáceas. Proviene del cruce entre el repollo y el nabo y lleva el nombre latino de Brassica napus. Se cultiva como planta hortícola o forrajera, por su raíz blanca o amarilla que forma, un poco como el nabo.

Mantenido alejado de nuestras mesas durante décadas por recordar demasiado la guerra y sus restricciones, esta hortaliza es fácil de cultivar y se desarrolla muy bien en un clima frío y húmedo.

Su valor nutricional es alto y su sabor se asemeja al de la patata y el rábano. Se consume generalmente cocido, en sopa, puré, gratinado e incluso en papas fritas con sabor caramelo. Crudo y rallado, se puede consumir en ensalada con zanahoria. Desde un punto de vista dietético, el Rutabaga es muy interesante: bastante calórico, contiene mucho potasio, calcio y fósforo. Es conocido por ser digestivo, e incluso ligeramente laxante. Es una excelente hortaliza de otoño e invierno.

En el huerto, el Rutabaga Magres comparte, en menor medida, los mismos requisitos que otros repollos: sol, suelo profundo y bien drenado, un buen abono de fondo y una humedad regular.

Cosecha: el Rutabaga Magres se cosecha simplemente arrancándolo cuando ha alcanzado la madurez.

Conservación: se conserva muy bien en tierra (siempre que esté bien drenada) o en silo. Se puede guardar en el refrigerador durante varios días, e incluso semanas, y varios meses en el congelador después de haberlo blanqueado unos minutos en agua hirviendo con sal.

El truco del jardinero: Para limitar los riegos, le recomendamos, cuando las plantas estén bien desarrolladas, cubrir el suelo con finas capas sucesivas de césped cortado, preferiblemente mezclado con hojas muertas. Esta protección, que mantiene el suelo húmedo, reduce el deshierbe y actúa como protección térmica contra los fríos más intensos.