Rutabaga Champion

El Nabo Rutabaga Champion es una variedad con cuello rojo que forma una gran raíz esférica. Esta hortaliza un tanto olvidada, muy resistente, fácil de cultivar y con alto rendimiento, se consume en sopa, salteado, puré o incluso en guiso: ¡para redescubrir! Se siembra de mayo a julio para una cosecha de octubre a diciembre.

El Rutabaga, también conocido como Rutabaga, Chou de Siam o Chou Sueco, es una hortaliza de raíz originaria del Norte de Europa que pertenece a la gran familia de las Brassicáceas. Proviene del cruce entre la col y el nabo y lleva el nombre latino de Brassica napus. Se cultiva como planta hortícola por la raíz blanca o amarilla que forma, un poco como el nabo, pero también para consumir sus hojas jóvenes.

Mantenido alejado de nuestras mesas durante décadas por recordar demasiado la guerra y sus restricciones, esta hortaliza es fácil de cultivar y se desarrolla muy bien en climas fríos y húmedos.

Su valor nutricional es alto y su sabor se asemeja al de la patata y el rábano. Se consume generalmente cocido, en sopa, puré, gratinado e incluso en fritas con sabor caramelizado. Crudo y rallado, se puede usar en ensaladas con zanahoria. Desde el punto de vista dietético, el rutabaga es muy interesante: bastante calórico, contiene mucho potasio, calcio y fósforo. Se le reconoce por ser digestivo, e incluso ligeramente laxante. Es una excelente hortaliza de otoño e invierno.

En el huerto, el Nabo Rutabaga Champion comparte, en menor medida, los mismos requisitos que las otras coles: sol, suelo profundo y bien drenado, buena fertilización de fondo y humedad regular.

Cosecha: el Nabo Rutabaga Champion se cosecha simplemente arrancándolo cuando ha alcanzado la madurez.

Conservación: se conserva muy bien en la tierra (si está bien drenada) o en silo. Se puede guardar en el refrigerador durante varios días, e incluso semanas, y varios meses en el congelador tras haberlo blanqueado unos minutos en agua hirviendo con sal.

El consejo del jardinero: Para reducir los riegos, le recomendamos, una vez que las plantas estén bien desarrolladas, cubrir el suelo con finas capas sucesivas de césped cortado, preferiblemente mezclado con hojas muertas. Esta protección, que mantiene el suelo húmedo, reduce el deshierbe y actúa como protección térmica contra los fríos más intensos.