Echinacea pallida - Equinácea pálida

La Equinácea pálida (Echinacea pallida), reconocible por sus flores con largos pétalos finos y caídos de color rosa pálido a malva, es una planta vivaz silvestre particularmente resistente, pero elegante, ideal en decoraciones naturalistas o campestres. Originaria de las grandes llanuras de América del Norte, esta especie se distingue por su capacidad de adaptarse a condiciones difíciles y climas fríos. En el jardín, atrae a una pequeña fauna beneficiosa como los polinizadores, a la vez que requiere poco mantenimiento.

La Echinacea pallida (sinónimos Brauneria pallida, Rudbeckia pallida) pertenece a la familia de las Asteráceas. Es una pariente cercana de la equinácea purpúrea Echinacea purpurea. Esta especie es originaria de las regiones centrales y meridionales de los Estados Unidos, donde crece de forma natural en praderas, en suelos arenosos que pueden estar secos en verano. Es una planta vivaz acostumbrada a la competencia de las gramíneas. Presenta un porte erguido, con tallos rígidos que alcanzan entre 60 cm y 1 m de altura (en promedio 80 cm). Sus hojas son estrechas, lanceoladas y de un verde ligeramente grisáceo, miden aproximadamente de 10 a 20 cm de largo. Florece en verano, de junio-julio a agosto-septiembre. Sus flores que recuerdan a margaritas de 5 a 7 cm de diámetro presentan un corazón cónico prominente de color marrón anaranjado y pétalos estrechos y caídos, de color rosa pálido a rosa malva. Su crecimiento es relativamente lento, pero una vez bien establecida, forma magníficos grupos florales. La equinácea pálida es resistente a las enfermedades y tolera periodos de sequía puntual. Su vegetación aérea, caduca, emerge en primavera y se seca en otoño.

La equinácea pálida es ideal para jardines naturalistas, macizos de vivaces sin pretensiones o praderas floridas. Se combina perfectamente con otras plantas resistentes de pleno sol. Puede ser plantada junto a la milenrama (Achillea millefolium), las rudbeckias 'Forever Gold' (Rudbeckia fulgida) y las gramíneas como el Pennisetum o el Panicum. Estas plantas comparten las mismas exigencias en cuanto a suelo drenado y luz, creando así un conjunto armonioso y colorido.