Iberis sempervirens (semillas) - Carraspique

La Iberis sempervirens, también conocida como Thlaspi siempreverde o carraspique es un subarbusto originario del sur de Europa, ideal para rocallas o jardines. Persistente y rústica, esta planta se transforma en abril en un tapiz de nieve, cubriendo su follaje menudo y oscuro con racimos redondos de flores blancas puras, inodoras. Sembrada en terreno abierto en primavera, florece al año siguiente. Cultívala en suelo ordinario fresco a seco, drenado y al sol.

La Iberis sempervirens es común en todo el sur de Europa, en el norte de África, Siria, Turquía, Albania, Grecia, Creta, Italia, España, Francia y la ex Yugoslavia. Se encuentra esta planta de la familia de las brasicáceas, antes llamadas crucíferas, hasta los 2000m de altitud. Es un subarbusto persistente bajo, formando pequeños manojos de 30 cm en todos los sentidos. Los tallos leñosos están cubiertos de hojas muy pequeñas, muy delgadas, de color verde oscuro y persistentes. De abril a junio, dependiendo del clima, los cojines se cubren de inflorescencias blancas puras, compuestas por pequeñas flores blancas reunidas en racimos redondos.

Con su follaje persistente y su brillante floración, la carraspique es magnífica en los bordillos, resaltando el diseño de un camino o la forma de un macizo. Plántala también en pequeñas manchas, entre las piedras de la rocalla, donde asegura la decoración durante todo el año. Esta especie se adapta bien en muros floridos o en sus intersticios, en compañía de las aubrietes, las siemprevivas, los sedums, la campanilla de los Cárpatos. Este carraspique viste las macetas y las jardineras, al pie de plantas vivaces o arbustos que toleran bien la sequía. Para disfrutar al máximo de la floración, colócala al sol en cualquier suelo drenado, preferiblemente calcáreo.