Acer palmatum (semillas) - Arce japonés

El Acer palmatum, también conocido como Arce japonés o Arce palmado, es un pequeño árbol caducifolio de porte compacto y redondeado que proporciona una sombra ligera y deja pasar magníficamente los rayos del sol a través de su frondosidad. Su delicado follaje se enciende en otoño, adquiriendo tonalidades que van desde un dorado brillante hasta un rojo sangre intenso. Su silueta venerable y retorcida, así como la personalidad única que cada ejemplar cultiva con esmero, a menudo incitan a plantarlo en un bonsái o de forma aislada. Esta especie tolera mejor el calor que otras, pero necesita sombra y protección contra el viento. Aprecia los suelos frescos, drenados y ricos en humus, pero teme la caliza.

Originario de China y Japón, el Acer palmatum es un pequeño árbol de la familia de las sapindáceas. Presenta un porte compacto, redondeado y ramas bajas, fuertes y sinuosas. Alcanza una altura y envergadura adultas de aproximadamente 3 a 4 m, con un crecimiento bastante lento. Su delicado follaje de helecho, compuesto por hojas divididas en cinco a siete lóbulos dentados, evoluciona a lo largo de las estaciones y de cada individuo. Se viste de verde bronce, verde claro, púrpura oscuro, amarillo dorado, escarlata y naranja brillante, desde la primavera hasta el otoño. Una misma rama puede llevar hojas con matices muy variados y, según el ángulo de visión, la tonalidad general será cambiante. En invierno, muestra su ramaje cubierto de una corteza oscura, casi negra. Esta especie es monoica, es decir, cada árbol tiene flores masculinas y femeninas en lugares diferentes. Los frutos alados del arce japonés se llaman sámaras.

El porte venerable y lleno de gracia del arce japonés y su crecimiento lento invitan a elegirlo para animar un pequeño jardín urbano o el césped de un jardín contemporáneo. Es por excelencia el pequeño árbol de los escenarios de inspiración oriental y japonesa, y el candidato ideal para iniciarse en el arte del bonsái. Puedes combinar los ejemplares pequeños con azaleas japonesas y helechos, ya que disfrutan de los mismos ambientes. En un espíritu más silvestre, es uno de los mejores compañeros que se pueden encontrar para los rododendros, con los que suaviza un aspecto algo macizo y realza perfectamente la floración. Coloca los ejemplares más grandes en el fondo de los macizos de brezos. Su sombra ligera será beneficiosa para los pieris, azaleas y rododendros. A sus pies, puedes crear un tapiz de jacintos de bosque y corydales, la escena será magnífica en primavera.