Aloe vera (semillas)

El Aloe vera, también conocido como aloe verdadero u oficial, es una planta famosa por sus virtudes medicinales. Está compuesta por una roseta de hojas suculentas y carnosas estrechas y puntiagudas, de color verde grisáceo, con márgenes dentados. Esta vivaz resistente al frío se adorna en invierno o primavera con hampas florales con espigas de flores amarillas pálidas a anaranjadas, si se dan las condiciones adecuadas. Planta de tierras áridas y clima suave, prospera en terrenos rocosos o en taludes pedregosos. Es imprescindible cultivarla en suelo drenado, a pleno sol o a media sombra, o en macetas que se guardarán en invierno, excepto en nuestras regiones con inviernos más suaves.

Los orígenes del Aloe vera o Aloe barbadensis se remontan a la antigüedad, ya que es una planta cultivada desde tiempos remotos, también debido a la ausencia de poblaciones silvestres. Parece probable que este famoso representante de la familia de las aloáceas provenga de la península arábiga, que es también el área de origen de una especie muy cercana llamada Aloe officinalis. Los Aloe vera naturalizados crecen en regiones secas, en suelos áridos.

Es una planta vivaz suculenta con tallos cortos, hojas persistentes y raíces poco profundas que crecen en matas de 40 a 60 cm de altura, anchas de al menos 40 cm, pudiendo incluso formar grandes colonias. Las hojas alternas, encajadas unas en otras, forman una roseta con el tiempo. Son estrechas y puntiagudas, más anchas en la base, de color verde pálido a glauco, con márgenes dentados espinosos. La inflorescencia terminal se eleva desde la roseta en posición lateral y no central. Las flores tubulares, reunidas en racimos a 1 m de altura, son generalmente amarillas pálidas, a veces manchadas de púrpura. La floración suele tener lugar en invierno y primavera.

En climas mediterráneos, o en las costas protegidas del Atlántico, se puede cultivar el Aloe vera en terreno abierto, ya que es resistente hasta aproximadamente -5°C. Formará bonitas matas, con un aspecto exótico, en terrenos inclinados o rocosos bien drenados, o incluso en muros de piedra seca. En otros lugares, se colocará en una maceta más ancha que alta (se multiplica muy rápido) para disfrutar de sus virtudes medicinales o de su encanto tan particular.

El jugo de aloe está contenido en las células pericíclicas y fluye espontáneamente cuando se cortan las hojas. El gel de aloe, por otro lado, está compuesto por el mucílago de las células poliédricas de la región central de la hoja.

• El jugo de aloe. Tradicionalmente, se recolectaba el jugo dejándolo fluir espontáneamente de las hojas, que se incisaban en la planta. Tras la desecación por calor, la forma seca de la savia permite obtener polvos y tinturas, utilizados en especialidades farmacéuticas con fines digestivos.

• El gel de aloe. La recolección manual del gel de aloe requiere cortar longitudinalmente las hojas y raspar la pulpa central mucilaginosa. Para evitar efectos laxantes, el gel no debe contener látex. Esta pulpa fresca se degrada rápidamente debido a la oxidación al aire libre, lo que limita su uso a personas que tengan hojas frescas de aloe a mano. El gel tiene una apariencia viscosa, transparente, sin olor y ligeramente amargo.