Clematis Diamantina

La clemátide Diamantina es una trepadora excepcionalmente hermosa pero poco común. A finales de la primavera, produce voluptuosas flores de un morado azulado, muy dobles, que pueden alcanzar los 15 cm de diámetro, con un corazón ligeramente arrugado. Una verdadera joya que aportará elegancia y refinamiento a tu terraza plantada en una maceta grande, pero también a los pies de un arco, o enredada en un gran arbusto. Ofrécele un sustrato rico, fresco y drenado, a pleno sol o en media sombra.

La clemátide Diamantina pertenece a la extensa familia botánica de las Ranunculáceas, que incluye ornamentales tan diversas como las aconitum, las anémonas, las ranúnculas... Las clemátides han despertado el interés de los amantes de las flores desde hace siglos, y los viveristas se han dedicado a la creación de numerosos cruces cada vez más exuberantes. Diamantina es una variedad obtenida a partir de la especie botánica Clematis patens, originaria de Japón. De tamaño mediano, unos 2 a 3 metros de altura aproximadamente, presenta grandes hojas trifoliadas, es decir, con tres lóbulos profundamente cortados. Como la mayoría de las clemátides trepadoras, se sujeta a su soporte gracias a pecíolos transformados en zarcillos.
La clemátide Diamantina es un híbrido inglés, obtenido en 2007 por el viverista Raymond Evison. Muy florífera, lleva entre mayo y junio un gran número de flores en pompones azul morado de 15 cm de diámetro, que permanecen hermosas durante 3 o 4 semanas. Muy dobles, presentan pétalos azul morado suntuosos, ligeramente lavados de púrpura, un tanto fruncidos. En el centro, los estambres son pétalos, formando una especie de cristal muy elegante en el centro de la flor. Si el tiempo es favorable, la floración a menudo vuelve en septiembre.

El cultivo de la clemátide Diamantina es bastante sencillo: dale un suelo profundo, bastante rico, flexible, fresco pero bien drenado. La única enfermedad realmente temible para esta clemátide es la enfermedad del marchitamiento, que aparece con un exceso de humedad en la base. Se caracteriza por hojas que se marchitan bruscamente. Para la mayoría de las clemátides, recuerda respetar el lema "cabeza al sol, pie a la sombra": si se necesita una exposición solar relativamente importante para una buena floración, es mejor proteger la base de los rayos solares demasiado ardientes, por ejemplo, colocando una teja encima. También se recomienda plantar la base en horizontal, para provocar la aparición de varios brotes desde la base de la planta. Cada año, a finales del invierno, puedes podar una rama cada 2 a 50 cm del suelo, para regenerar la madera y aumentar la floración. Aprovecha para retirar la madera muerta.

Para una presentación óptima, proporciona a la clemátide un soporte adecuado: en maceta, elige una lo suficientemente grande (al menos 25 cm), un pequeño enrejado puede ser suficiente. En el jardín, una pérgola, un arco junto al madreselva Scensation, el Actinidia kolomikta, o incluso un pequeño árbol como el manzano Coccinella serán soportes ideales para realzarla. También se puede dejarla correr por el suelo, emergiendo con alegría entre las plantas perennes.