Hedera algeriensis - Hiedra de Argelia

Este bejuco de Argelia, en latín Hedera algeriensis, es una planta más bien rastrera que trepadora, conocida por los jardineros bajo su bonita variedad panachée 'Gloria de Marengo'. Sus hojas de gran tamaño, de un brillante verde claro en primavera, se tornan verde oscuro en verano. Esta especie vigorosa constituye un notable cubresuelos persistente en zonas semisombreadas o incluso a la sombra. Con un poco de ayuda, al espalderarlo, también formará un bello tapiz verde en un muro de cierre. Ideal para vestir un gran talud o el pie de un seto, soporta bien la sequía estival una vez bien establecido. Es LA planta perfecta para combatir las malas hierbas y cubrir uniformemente el suelo.

El Hedera algeriensis es una especie botánica originaria de las costas tunecinas y argelinas, donde crece hasta en masas montañosas. Su resistencia al frío se estima en -15 °C en punta. Los bejucos pertenecen a la familia de las araliáceas, siendo primos del Ginseng y de los fatsias. Su crecimiento es rápido, lo que le permite cubrir en pocos años una superficie de 8 a 10 m². Sus amplias hojas ovales, triangulares, coriáceas, con 3 lóbulos poco marcados, tienen un aspecto ligeramente ondulado. Miden hasta 20 cm de largo por 12 cm de ancho. Las que son llevadas por las ramas floridas son menos lobuladas que las de los tallos estériles. Exhiben un color verde claro y vivo en primavera, oscureciéndose con la edad. Sus ramas, rojizas, parcialmente cubiertas de pelos estrellados grisáceos, se extienden por el suelo o trepan al encontrar un obstáculo en el que sujetarse. Este bejuco produce flores solo en los tallos y ramas fértiles erguidas, que han alcanzado el sol. La inflorescencia, en umbela, reúne de 13 a 15 flores de un amarillo verdoso con estambres prominentes, muy melíferas. Tras la polinización por las abejas, se forman pequeñas bayas negruzcas, carnosas, tóxicas por ingestión. Son buscadas por algunas aves que dispersan las semillas en el jardín, a menudo al pie de los 'árboles percha'.

¡Todo le sienta bien, y le sienta a todo! ¡Frase que suena como una defensa del bejuco, una planta modesta pero muy útil, aunque habitualmente menospreciada por los jardineros. Hay que admitir que tiende a infiltrarse por todas partes, con la complicidad de los pájaros que lo siembran aquí y allá. Por otro lado, embellece rápidamente todas las zonas difíciles del jardín despreciadas por otras plantas, al sol o incluso a la sombra, en un suelo lleno de raíces, seco en verano, calcáreo, arcilloso. La vegetación exuberante del bejuco de Argelia permite cubrir eficazmente y perfectamente el suelo, acabando por desanimar las malas hierbas. Como un acolchado, contribuye a mantener la frescura del suelo en verano sin perjudicar a los arbustos y árboles ya bien establecidos. Cuando se espaldera, muestra una estructura en cortinas ligeramente caídas. Asócielo, por ejemplo, con vinca, Pachysandra terminalis, una clemátide The President, para componer un gran cubresuelos original y colorido en un talud.

¿Sabías que?

La floración del bejuco es una excelente fuente de alimento para las abejas a finales de verano o en otoño. Aunque su reputación de destructor está bien establecida, los bejucos han protegido más los viejos muros en ruinas de lo que los han destruido; es la extracción de esta planta firmemente enraizada en los intersticios lo que hace derrumbar el edificio de ladrillo, mientras que la planta mantiene su integridad.