Crambe cordifolia

El Crambe cordifolia lleva el bonito nombre de col nube, debido a su floración que evoca una verdadera nube de pequeñas flores blancas. Este elegante pariente de los coles del huerto es una planta bien vivaz que acompañará al jardinero durante una decena de años. Algunos años de felicidad a la altura del hombre, con la nariz sumergida en una niebla con aroma a miel. Solo su follaje, compuesto de grandes hojas carnosas en forma de corazón, nos recuerda que es un col, ¡pero qué col! Instálelo al sol, un poco alejado de otras plantas de las que teme la competencia. Ofrézcale un suelo profundo, bien drenado, fértil, incluso calcáreo.

El Crambe cordifolia es una planta de la familia de las brassicáceas, antiguamente crucíferas. Es originaria del Cáucaso, es una planta herbácea vivaz por su raíz potente, que desciende profundamente en el suelo. Se toma su tiempo para establecerse y solo dará lo mejor de sí misma después de 2 a 3 años de cultivo.

El follaje basal se desarrolla en primavera a partir del tocón, formando un macollamiento de 60 cm de diámetro. Luego se elevan tallos florales gruesos y ramificados alcanzando fácilmente 1.80 m de altura, formando una bola nubosa de 1 m en todas direcciones. Esta floración muy aérea tiene lugar desde finales de mayo hasta finales de julio según el clima, en plantas de 2 o 3 años de edad. Está compuesta por espigas ramificadas donde se sujetan pequeñas flores blancas de 1 cm con 4 pétalos. Nectaríferas, desprendiendo un perfume dulce y suave que recuerda a la miel, atraen a un gran número de insectos polinizadores. Los tallos florales pueden permanecer en la planta después de la caída de los pétalos. La floración es seguida por la formación de pequeños frutos duros y redondos llamados silículas, cada uno conteniendo una semilla. El follaje, en la base de los tallos, está compuesto por grandes hojas en forma de corazón, que alcanzan 40 a 60 cm de longitud y anchura, bastante quebradizas. Son gruesas y carnosas, dentadas y velludas, de aspecto arrugado y abombado y de color verde-azulado. Las pocas hojas de los tallos son más pequeñas, glabras y de forma ovalada. El follaje basal tiende a ser menos hermoso e incluso a desaparecer después de la floración.

El Col nube no es difícil de cultivar, pero requiere sol y un suelo profundo e imperativamente bien drenado. Como un gypsophila paniculata, encuentra su lugar en los grandes macizos de flores, junto a rosales o peonías arbustivas, por ejemplo, aligerando su opulenta floración. Dado que esta vivaz se toma su tiempo para establecerse, se pueden sembrar el primer año plantas anuales (Nigellas, Cosmos, centaureas, zanahorias ornamentales) para llenar el espacio reservado mientras espera su momento de gloria. Bonitas vivaces como los geranios Rozanne o Blue Cloud (una nube azul) lo acompañarán, a distancia, con total sencillez. Otras plantas con floración nubosa como los Thalictrum, el Aster cordifolius o el Eragrostis spectabilis pueden componer a su lado, siempre respetando una distancia de seguridad, escenas llenas de poesía. Estas plantas, que crecen y florecen desde mediados del verano hasta los primeros fríos, adornarán el follaje del col.