Melica ciliata - Espiguillas de seda

La Melica ciliata, conocida también como melica ciliada, es una hermosa gramínea cosmopolita, preciosa para animar las zonas soleadas y un poco áridas del jardín con su floración bastante extraordinaria. Rápidamente forma un mechón denso coronado por finas espigas de flores peludas y muy luminosas, evocando en plena floración una fuente de fuegos artificiales. Bien adaptada a todas nuestras regiones, poco voluminosa y realmente graciosa, la melica ciliata merece ser más plantada en nuestros jardines a los que aportará el toque indispensable de luz y poesía. 

La melica ciliata, de la gran familia de las Poáceas, es una gramínea rizomatosa presente en la mayor parte de nuestro territorio metropolitano. En la naturaleza, ocupa lugares pedregosos y un poco áridos, muy soleados. Vivaz muy rústica, aprecia los suelos calcáreos y drenados, incluso secos en verano. Su duración de vida es bastante corta, especialmente en suelos pesados y húmedos, pero se perpetúa mediante numerosas siembras espontáneas. Esta planta forma un mechón compacto de finas hojas rugosas al tacto, más o menos enrolladas sobre sí mismas, de color gris-verde, que no superan los 40 cm de altura. La floración, generosa y prolongada, tiene lugar de mayo a julio.  Las finas espigas de flores provistas de numerosas sedas (o cilios), de aspecto un poco suelto, de al menos 10 cm de longitud, pasan sucesivamente del verde claro al blanco-crema y luego al beige. Estas inflorescencias sedosas que juegan admirablemente con la luz y brillan al sol son llevadas por tallos de 70-80 cm de altura graciosamente arqueados, por encima del follaje. La vegetación aérea de la Melica ciliata persiste más o menos en invierno, según el clima.

Fácil de cultivar y poco exigente en cuanto a la calidad del suelo, la melica ciliata se complacerá en la mayoría de nuestros jardines, a pleno sol. Una vez bien establecida, esta bonita gramínea prescinde de mantenimiento y se siembra aquí y allá, donde le plazca, a menudo en lugares bañados de sol y áridos en verano, un poco difíciles de vegetalizar. Ideal para aportar un toque ligero y poéticoa los macizos, taludes y jardines sobre gravilla, se asocia con numerosas otras gramíneas (Stipa, Carex comans, Eragrostis, Muhlenbergia) y plantas anuales o vivaces. Cree fácilmente un macizo de inspiración naturalista combinando esta melica, por ejemplo, con cardos (Echinops ritro, Eryngium planum), amapolas anuales, alheli blanco, ásteres de otoño (Aster laevis y turbinellus), vara de oro...