Festuca valesiaca Glaucantha - Cañuela

La Festuca valesiaca Glaucantha, también conocida como Festuca del Valais, es una elegante pequeña gramínea vivaz y persistente originaria de los Alpes suizos. Forma un césped redondeado y luminoso, de un tono verde grisáceo a azul plateado muy brillante. Sus numerosas espigas verde plateadas con reflejos violáceos florecen de la primavera al verano según el clima, sobre un follaje muy fino, antes de volverse rubias. Esta especie de suelos pobres y drenantes resulta muy resistente y tolerante a la sequía una vez establecida. Una planta ligera, fácil de combinar y cultivar, perfecta para lugares difíciles, en macetas, como cubresuelos, en rocallas, bordillos o en la parte delantera de los macizos.

La Festuca valesiaca, también llamada Festuca valesiana glauca, es una pequeña hierba de la familia de las poáceas originaria de Europa, Asia Menor y el Cáucaso. Se encuentra en la naturaleza creciendo en praderas secas, prados esteparios, pinares de los Alpes, del Este del altiplano central, del piso colino al subalpino. Es una planta de suelos pobres, arenosos y pedregosos, generalmente ricos en caliza.

La variedad 'Glaucantha', de la que procede, se distingue por un follaje más azulado. Es una bonita planta cespitosa de porte redondeado y muy denso, colonizando lentamente el terreno a través de sus rizomas cortos. En su madurez, alcanzará los 20 cm de altura, con 25 a 30 cm de ancho, y un crecimiento bastante rápido. Sus hojas persistentes son muy finas, filiformes, rugosas, de un color muy azul, que toma reflejos plateados con el tiempo. Miden de 0.3 a 1 mm de diámetro, con un aspecto rígido y un tacto punzante. Entre mayo y julio aparecen por encima del follaje inflorescencias en panículas que llevan espiguillas brillantes, casi plateadas. Las semillas se forman a finales de verano. Son dispersadas por el viento y aseguran ampliamente la perpetuidad de la especie en el jardín y en la naturaleza.

Rústica incluso por debajo de los -15°C, la Festuca valesiaca Glaucantha es una planta acostumbrada a nuestros climas más duros, perfecta para jardines que experimentan inviernos fríos y veranos más bien secos. Es una especie que se desarrolla en zonas donde la tierra es pobre y muy drenante, con una exposición soleada. Se utiliza como cubresuelos, en macizos bajos, en bordillos, o incluso en rocallas, plantando varios pies espaciados para marcar un espacio, o al contrario plantada en masa para formar un tapiz espeso y denso. Crea bonitos contrastes con las festucas verdes, los estípites rubios, las flores silvestres, y sigue siendo decorativa todo el año. Con un espíritu muy contemporáneo, puedes crear pequeñas escenas instalando alrededor de tus cojines de Festuca gravas claras o coloreadas, arena o incluso puzolana. Lo que también limitará la proliferación de malas hierbas. Plántala también junto a los bulbos primaverales que no sofocará, pero cuyo follaje amarilleado ocultará en verano. Esta planta tolera bastante bien el viento y las salpicaduras del mar.