Stipa extremiorientalis

La Stipa extremiorientalis es una elegante gramínea asiática que produce un mechón de hojas persistentes erguidas y luego arqueadas, de color verde brillante. Aparecen espigas erectas y plumosas en verano, que se vuelven bronce dorado en otoño, creando escenas campestres con tonos cálidos. Es muy resistente y se conforma con cualquier suelo bien drenado, incluso seco, a pleno sol o a una ligera sombra, en praderas, rocallas y en macetas.

La stipe de Extremo Oriente, como su nombre sugiere, proviene de las regiones orientales de Asia (China, Siberia, Japón) donde crece en las praderas secas de altitud. Los botánicos la denominan ahora Achnatherum pekinense, aunque este nombre aún no es muy común en horticultura ya que la planta rara vez se ofrece a la venta. Forma un mechón de hojas rígidas, persistentes, ligeramente arqueadas en sus extremos, de un hermoso verde brillante que llama la atención. Entre julio y septiembre, surgen espigas de la mata, alcanzando aproximadamente 1,20 m de altura por 40 cm de ancho. Estas espigas, ligeras y plumosas, se mueven al menor soplo de viento y producen un suave susurro como de tela arrugada con el viento. A medida que las temperaturas descienden, las inflorescencias y las hojas adquieren cálidos tonos dorados, con matices de marrón y algunos rastros de verde claro. Las hojas vuelven a ser verdes en primavera.

Extremadamente resistente debido a sus orígenes (puede soportar temperaturas de hasta -25°C), la Stipa extremiorientalis es frugal y robusta: se conformará con un buen suelo bastante seco, siempre que se asegure un buen drenaje. En terrenos pesados y húmedos en invierno, su resistencia será mucho menor y podría pudrirse. En este caso, puede resultar útil añadir guijarros o arena gruesa. Colóquela preferiblemente al sol, aunque también tolera una ligera sombra. Sobre todo, no corte los tallos secos, ya que animarán sus parterres durante todo el invierno si las inclemencias no son demasiado intensas. Por lo tanto, prolongarán la temporada de interés en el jardín.

Esta especie lucirá maravillosamente en grandes rocallas, en macizos silvestres y campestres, donde podrá combinarla con otras gramíneas como la Stipa tenuifolia, el Panicum virgatum o el Eragrostis curvula para un flamante cuadro otoñal que mezcla dorado, bronce y rojo. Las vivaces gigantes de pradera como Cephalaria gigantea, la Rudbeckia maxima o el Hinojo púrpura complementarán esta composición con alegría. En maceta, no olvide el drenaje, pero el resultado será igualmente gratificante.