Dichondra repens

La Dicondra, a veces llamada Dicondra rastrera, es una pequeña planta vivaz muy tapizante que constituye uno de los mejores cubresuelos para la media sombra o la sombra, incluso densa. Capaz de formar un tapiz de aspecto cuidado en las zonas del jardín reputadas difíciles, tolera la sequía y los suelos salinos. Sus hojas pequeñas redondas y de un hermoso verde fresco persisten en climas suaves, pero se queman por las heladas por debajo de los -8°C, siendo su sistema radicular resistente a heladas cortas del orden de -10/-12°C. Notable a los pies de setos o macizos de arbustos o vivaces, la Dicondra no requiere ser cortada y reemplaza ventajosamente al césped en las zonas sombreadas y poco transitadas del jardín, en pequeñas superficies. También lucirá maravillosamente en jardineras y suspensiones, donde realzará todas las flores del verano.

La Dicondra rastrera pertenece a la familia de las convolvuláceas, al igual que las campanitas moradas y las ipomeas. Es originaria de Australia y Nueva Zelanda, pero se ha naturalizado en Texas, California, Nuevo México, el noroeste de la India, el sur de Japón y China. La Dicondra es una planta vivaz bastante poco resistente y de crecimiento bastante lento. Presenta una vegetación muy tapizante, en forma de largos tallos velludos y muy ramificados que enraízan en cada nudo. Esta característica le permite colonizar la superficie del suelo, pero también caer en cascada, desbordando todos los recipientes en busca del suelo que la pueda acoger. La altura del tapiz depende de la exposición y del suelo que recibe la planta: al sol y en suelo seco, su espesor no superará los 3 a 5 cm. A la sombra y en suelo fresco, los tallos se alargan y las hojas son más grandes, alcanzando la planta los 15 cm de altura. Un solo ejemplar puede cubrir una superficie de 50 a 60 cm de diámetro, e incluso más. Los tallos están cubiertos de hojas muy pequeñas más o menos persistentes, redondas, de 0,5 a 2,50 cm de largo, en forma de judía, que a menudo se doblan en la nervadura central. Muy juntas unas a otras, componen un tapiz muy denso, regular, de un verde muy fresco y brillante. Sensible a las heladas fuertes y al pisoteo excesivo, la Dicondra repens tiene una longevidad excepcional. En caso de sequía estival pronunciada, el follaje se seca y la planta acaba por desaparecer.

A menudo utilizado como una alternativa al césped en zonas moderadamente transitadas, la Dicondra repens se luce en la sombra seca, donde pocas plantas aceptan crecer. Para mantenerse hermosa, requiere de todas formas un deshierbe regular y un riego a modular según las regiones, lo que limita su uso a zonas poco extensas (50 a 100 m²). Se utiliza solo o en mezcla con otras plantas cubresuelos: al sol, acompaña a las milenramas (Achillea odorata, crithmifolia) y al Phyla nodiflora. A la sombra, se puede asociar, por ejemplo, con las Ajuga reptans, Geranium macrorrhizum, Campanula portenschlagiana, Vinca minor, Glechoma hederacea, etc. Un corte anual es suficiente, en el mes de octubre. También encuentra su lugar en las rocallas sombreadas, cubriendo las piedras con un tapiz mullido de gran efecto. También se invita en macetas, jardineras colgantes en balcones o ventanas, y por supuesto en suspensiones. Se plantará también en masa en los bordes de los senderos, o a los pies de vivaces y arbustos, en los taludes.