Dúo de viváceas de fin de verano amarillo y blanco

Este dúo de plantas perennes amarillas y blancas para finales de verano combina la ligereza del Gaura 'Whirling Butterflies' blanco y la intensidad de las flores amarillas de margarita del Rudbeckia fulgida 'Goldsturm'. Juntas en un gran macizo, estas dos variedades que florecen generosamente de julio a octubre son realmente impactantes. También son amigas de las abejas y otros polinizadores. La combinación del amarillo y el blanco siempre es exitosa: el blanco suaviza el carácter fuerte y solar del amarillo.

El dúo está compuesto por:

1 x Gaura lindheimeri 'Whirling Butterflies': esta variedad forma una mata tupida de tallos finos de 1 m de altura que llevan hojas pequeñas lanceoladas. Su floración, continua de julio a octubre, se presenta en forma de panículas de unos treinta cm adornadas con pequeñas flores blancas de 4 pétalos, efímeras, que se abren por la noche. Hermosa, sencilla y poco exigente, su tocón resiste hasta -15 °C en punta en un suelo drenado.

1 x Rudbeckia fulgida ‘Goldsturm’: una planta vivaz melífera de 60 cm de altura, vigorosa, tupida, que se adorna con flores amarillo limón, similares a margaritas de 12 cm, casi estrelladas. Florecen de julio a octubre e incluso noviembre en climas suaves.

Estas plantas perennes aprecian una exposición a pleno sol y un suelo bien drenado, no demasiado seco en verano para mantener su floración. Son perfectas para el diseño de macizos o grandes bordillos. Idealmente, el Rudbeckia, más bajo, se colocará en la parte delantera del macizo mientras que el Gaura se colocará en segundo plano. Plante 2 plantas por metro cuadrado y respete una distancia de 60 cm entre cada planta.

Estas plantas del dúo se combinan a la perfección con las gramíneas medianas, especialmente el Pennisetum alopecuroides 'Black Beauty' con espigas púrpuras a finales de verano y el Stipa tenuifolia que forma una melena rubia. Para enriquecer su composición, invite al Sedum 'Herbstfreude' con flores rosadas en otoño. Todas estas plantas tienen necesidades similares en términos de suelo y exposición, lo que facilita su convivencia y reduce al mínimo el mantenimiento del macizo.