Fragaria nubicola Mont Omei

Fragaria rubicolia ‘Mont Omei’, una linda planta vivaz herbácea de follaje perenne que encontramos con deleite en el jardín ornamental. Flores blancas y luego pequeñas frutas rojas con sabor a albaricoque durante todo el verano.

Este fresal hortícola pertenece a la familia de las Rosáceas. Desde tiempos inmemoriales, los fresales han colonizado todas las tierras emergidas del planeta. Ningún botánico ha informado sobre esta maravilla gustativa y la ha sometido a la observación de sus pares. Simplemente siempre ha estado allí. 'Mont Omei' tiene un porte muy extendido y alcanza los 40 cm de ancho, aproximadamente 15 a 20 cm de altura. Las hojas persistentes son trifoliadas, obovales, con bordes dentados y se agrupan en rosetas de color verde oscuro. La floración es tardía: comienza en junio con una multitud de pequeñas flores blancas rosadas con un corazón dorado, pero garantiza una fructificación durante todo el verano hasta septiembre. Estas fresas de macizo tienen el tamaño de las silvestres pero su sabor recuerda sin lugar a dudas al del albaricoque.

No hay error con este Fragaria rubicolia 'Mont Omei'. Es admirable por su rusticidad y su sencillez de cultivo. Aprecia todo tipo de suelos, incluso los calcáreos; se adapta a la media sombra pero prefiere el pleno sol, aunque tolera breves períodos de sequía. Debido a que se multiplica muy fácilmente por estolones, asegúrese de no dejarlo extenderse demasiado. Nos habían hablado de la utilidad de las flores en el huerto, donde, con combinaciones ingeniosas, se podía unir lo útil a lo agradable. Pues aquí le proponemos añadir algunas frutas comestibles al jardín ornamental. Imagínese un borde de entrada marcado por pequeñas flores blancas y luego por pequeñas bolas rojas que se pueden comer sin riesgo. Esto entusiasmará a los niños. Entonces surgirá la pregunta sobre el destino de estas frutas: ¿consumo o decoración? Ambos, por supuesto. Al juntar fresas, Asters y Phlox de diferentes colores, obtendrá el más hermoso de los parterres. En la ciudad, cultívelo en macetas en un balcón o en los escalones del pórtico como un pequeño regalo de bienvenida a los visitantes.