Isodon longituba

El Rabdosia longituba, también conocido como Isodon longituba, es una delicia otoñal. Esta gran planta vivaz arbustiva y rara produce desde el mes de octubre una nube de flores en forma de pequeñas corolas tubulares de un azul límpido como la porcelana, generosamente distribuidas entre su vegetación un tanto laxa. Esta maravilla ilumina los bosques húmedos y las zonas frescas del jardín, mientras estallan en plena luz los colores de los crisantemos. A veces difícil de aclimatar, esta planta de suelo fresco es sin embargo muy resistente, pero requiere un poco de tiempo para establecerse. 

El Isodon longituba es una gran planta vivaz caduca perteneciente a la familia de las lamiáceas, originaria del noreste de Asia, y especialmente de las montañas de Japón. Esta magnífica planta poco conocida fue premiada en las jornadas de Courson. Se parece mucho a un plectanthrus (se llamó Plectanthrus effusus v. longitubus), forma un denso arbusto, de porte un poco laxo, tan alto como ancho. En su etapa adulta, alcanzará 80 cm a 1 m en todas direcciones. Desde el suelo, sus tallos erectos y relativamente rígidos llevan hojas opuestas, triangulares y alargadas, con bordes muy dentados, primero de color verde claro, que luego adquieren un tono más gris antes de teñirse de matices rojizos al final del verano. Las flores tubulares de color azul claro, límpidas y muy numerosas, aparecen en octubre y se renuevan en la planta hasta las primeras heladas. Los tallos mueren cada año en invierno y el rebrote de la vegetación ocurre bastante tardíamente, a partir del mes de abril.

Totalmente resistente, soportando temperaturas del orden de -19 °C, poco exigente en cuanto a la composición del suelo, el Isodon prospera en una ubicación semisombreada que la protege del sol en las horas más calurosas del día, pero también tolera la sombra completa. Estas condiciones se encuentran en bosques frescos, bajo la cobertura de árboles o arbustos caducos con raíces profundas que no agoten todas las reservas alimenticias disponibles en la superficie del suelo. La planta también se sentirá a gusto cerca de una pared orientada al norte o al este, en compañía de Anémonas del Japón, del Fucsia magellanica 'Alba', Strobilanthes, Acónitos, digitales... Se pueden plantar bulbos de Ciclamen de Nápoles o de Cólquicos a sus pies. Una combinación con follajes morados en otoño, como los de los physocarpus, el hortensia Endless Summer® Twist and Shout, o el evónimo dentado es simplemente magnífica. Los helechos se imponen como compañeros perfectos.