Morina longifolia

La Morina longifolia es una planta vivaz del Himalaya poco común, con una arquitectura inusual pero de gran valor ornamental. A primera vista, su follaje dispuesto en una roseta de largas hojas dentadas de un verde brillante se asemeja a un vulgar cardo. Luego llega el verano, que transforma la 'mala hierba' en reina de belleza: desde el corazón de la roseta emerge un asombroso bohordo floral llevando flores primero blancas, que cambian a rosa y luego a rojo cereza, reunidas en pequeñas coronas escalonadas, formando un hermoso degradado del blanco al rojo. En el jardín, prosperará al sol, en un suelo profundo y bien drenado, no demasiado seco en verano.

La morina de hojas largas es una planta de la familia de las dipsacáceas, prima de las escabiosas. Es originaria de Nepal, Cachemira y Bután, y crece a una altitud entre 3000 y 4000m. Planta con raíces carnosas, desarrolla un follaje en roseta persistente a ras del suelo como un cardo, compuesto por largas hojas flexibles que pueden medir 30cm de largo por 4 cm de ancho, con bordes dentados y espinosos, desprendiendo cuando se aplastan un dulce aroma a cítricos. Su color es un hermoso verde franco y brillante. Los tallos con pequeñas hojas se extienden en temporada hasta 80 cm de altura y llevan en julio-agosto, en sus extremos, verticilos (órganos insertados al mismo nivel, dispuestos en círculo alrededor de un eje) de flores curiosas; de 3 cm de largo, están formadas por un largo tubo que se abre en corola en su extremo. El cáliz, en la base de las flores, está formado por dos lóbulos desiguales. Cada verticilo está sostenido por brácteas coriáceas de color púrpura a bronce. La originalidad de las flores radica en su capacidad para cambiar de color una vez polinizadas. Desde el blanco en la eclosión, van tomando tonos rosados, hasta casi rojos. Las semillas que se forman en abundancia germinan fácilmente en suelo ligero, dando plántulas con aspecto de cardo.

La Morina longifolia destacará en un macizo campestre, un jardín de campo, pero esta planta de acento también se integra muy bien en un entorno urbano. Para tener éxito en su cultivo, es imprescindible cuidar el drenaje del suelo donde el agua no debe estancarse en invierno. Esta planta muy hermosa combina bien con una de las vivaces más poéticas que existen: la caña de pescar de los ángeles (Dierama pulcherrimum). El contraste entre sus respectivas siluetas se atenúa por sus floraciones en tonos de rosa, rojo y blanco, y su modo de cultivo es similar: un suelo poroso, humífero, más bien seco en invierno pero fresco en verano. Se les puede encontrar un compañero más bajo y arbustivo como un geranio vivaz de buena composición, 'Blue Cloud', casi trepador o 'Salomé' con un bello ojo negro. En un suelo más seco, la Morina longifolia puede ser reemplazada o asociada al Phlomis cashmeriana, que, a lo lejos, se parece un poco a ella.