Nierembergia repens

Hermosa planta perenne tapizante, muy florífera, formando hermosos cojines verdes y blancos. El Nierembergia repens, extendiéndose gracias a sus tallos que enraízan, presenta un follaje verde muy denso, así como una larga y abundante floración estival, en forma de flores acampanadas, de un blanco muy luminoso. Aprecia las exposiciones soleadas y un suelo ordinario, fresco a seco.  

El Nierembergia repens, también conocido como Nierembergia rivularis, especie originaria de los Andes y de las zonas templadas cálidas de América del Sur, pertenece a la familia de las Solanáceas. Esta planta perenne de porte extendido, rastrero y tapizante, que se propaga por estolones subterráneos, forma grupos compactos, de 5 a 10 cm de altura para una extensión de 45 cm a 60 cm. Su follaje denso semi-persistente se compone de pequeñas hojas redondas, espatuladas, de un verde intenso, midiendo de 2 a 3 cm de largo. Se cubre, de julio a septiembre, con una masa de pequeñas flores acampanadas y bien abiertas, de 3 a 5 cm de diámetro, blancas en el centro dorado.

El Nierembergia rastrero, que aprecia las situaciones soleadas a semisombra y un suelo ordinario sin demasiado calcáreo, arenoso o incluso pedregoso, bien drenado, es una excelente planta de rocalla y un perfecto cubresuelos. Con sus tallos enraizando progresivamente, se extenderá con el paso de los años, pudiendo llegar a ser invasivo en ocasiones. Para contrarrestar este inconveniente, basta con cultivarlo en un espacio restringido, como en un bolsillo de rocalla, una grieta o la corona de un muro. Por supuesto, puede ser plantado en bordes de macizos y parterres, en claros de bosque, pero también en macetas en una terraza o balcón. Será el compañero ideal de los rosales arbustivos, que embellecerá su base. Puede ser asociado con otras plantas de rocalla, como algunos Asteres enanos, Helianthemums, Geranios perennes, Claveles o incluso Margaritas. Se puede lograr una armonía de blanco y verde al combinar estas plantas.