Sesleria autumnalis

La Sesleria autumnalis, a veces llamada Sesleria de otoño, es una notable pequeña gramínea que forma una pequeña mata muy densa y luminosa, generalmente persistente. Poco utilizada en nuestros jardines, esta vivaz nativa de las montañas y landas europeas es interesante por su follaje, estrecho y verde claro muy brillante que adquiere un tono dorado con el paso de los meses, y también por su floración en delgados espigas plumosas blanco plateado a finales del verano. Atractiva durante todo el año, totalmente rústica y perfectamente adaptada a todos nuestros climas, se adapta a un suelo pobre y pedregoso. Una hierba útil en un espacio reducido, o en el borde de un camino, para estructurar un espacio natural o un jardín de estilo contemporáneo.

La Sesleria autumnalis es una gramínea vivaz perteneciente a la familia de las poáceas. Forma una mata densa un tanto erizada de follaje lineal, alta y ancha de 30 a 60 cm, dependiendo de las condiciones de cultivo y de la riqueza del suelo que la acoge. Su follaje, verde muy brillante en primavera, adquiere con el paso de los meses un tono dorado, casi amarillo limón en verano cuando está expuesta al sol. Se seca antes del invierno, pero se renueva continuamente. Estrechas espigas florales tubulares, que parecen adornadas con pinceles de escolares amarillo canela a caqui, suelen aparecer en agosto, y se tornan blancas plateadas en su madurez. Es en otoño cuando la belleza de la planta alcanza su apogeo, como sugiere su nombre.

La Sesleria de otoño no es una planta espectacular, pero ofrece al final de la temporada su encanto campestre y su cabellera rubia en el jardín deshojado, manteniendo al mismo tiempo una estructura invernal en los macizos. Es a la vez muy adaptable y no invasiva, disfrutando tanto en el norte como en el sur de Francia, en llanura como en montaña, en la costa o en tierras pedregosas. Es hermosa en compañía de vivaces como lavandas, coreopsis, ásteres de otoño, crisantemos, equináceas, pequeños girasoles y muchas otras vivaces más. Forma un buen cubresuelos, incluso en la sombra, donde hará compañía a las pequeñas violetas y a las lamias y epimediums. En un jardín natural, se puede plantar en masa para dejar que el viento forme ondulaciones doradas.