Aconitum henryi Spark's Variety

El Aconitum henryi Spark's Variety es una anémona vivaz gigante, con un tocón carnoso y un porte un poco desgarbado. Esta variedad hortícola de origen chino elige finales del verano y principios del otoño para levantar sus espigas ramificadas adornadas de flores de un azul violáceo muy profundo, en forma de casco. Posee hojas gruesas y lustrosas en tallos un poco volubles. Este huésped preferido de suelos frescos y ricos es una planta fiable y florífera, perfecta para ocupar el fondo de los macizos de plantas perennes, sobre los cuales a menudo se apoya. Todas las partes de la planta son altamente tóxicas.

Esta antigua variedad hortícola, considerada como una forma de Aconitum henryi, fue nombrada por Prichard en 1898. La especie silvestre es originaria del sur de China, donde se la encuentra colonizando bosques y matorrales en zonas de altitud media. Pertenece a la familia de las ranunculáceas. Esta vivaz emite tallos flexibles más o menos volubles. Erguidos, se inclinan si no encuentran un soporte al que sujetarse. Sus flores en forma de casco, de azul violeta oscuro a azul noche profundo, tan anchas como altas, aparecen en septiembre-octubre. Son panículas terminales muy ramificadas, agrupadas en cortos racimos en los extremos de las ramas. Esta planta se desarrolla a partir de un tocón carnoso y tuberculoso, del que emerge en primavera un manojo erguido formado por tallos poco vellosos, con hojas coriáceas, tripartitas, recortadas en 3 a 5 lóbulos. Están profundamente nervadas, de un verde muy oscuro, con un envés pubescente. La planta en flor mide al menos 1,45 m de altura, por 30 a 40 cm de ancho.

Los acónitos tienen una mala reputación en el jardín debido a su legendaria toxicidad, lo cual es lamentable porque tienen su lugar en todos los jardines. Son resistentes, muy rústicos, y su follaje se cuenta entre los más bellos entre las plantas perennes. Sin mencionar el azul de su floración, un azul increíble comparable al de las gencianas o los delphiniums. Son perfectos en el fondo de los macizos, entre gramíneas como Eulalia o cortaderia, sobre los cuales se apoyarán, en compañía de ásteres y crisantemos para escenas otoñales mágicas. Se pueden plantar entre arbustos, resguardados del viento que a veces tumba sus tallos, en compañía de las anémonas del Japón. También lucen muy bien frente al follaje otoñal del Árbol de hierro o de los liquidámbares. Son buenas plantas perennes, al igual que los digitalis, para los bosques claros y frescos. Por último, sus flores son magníficas en ramos.