Meconopsis cambrica - Amapola amarilla

Meconopsis cambrica, también conocido como amapola galesa o amapola amarilla de los Pirineos, se asemeja a una amapola, pero es vivaz y de color amarillo limón. Es encantador en su simplicidad, a la vez ligero y campestre. Juguetón en su forma de surgir aleatoriamente en el jardín, prefiere la sombra y la frescura. Es una amable peste que se resiembra fácilmente y florece casi todo el año, desde la primavera hasta casi el invierno. Su follaje, de un verde muy fresco, está fuertemente dividido, dispuesto en roseta, y se asemeja al del apio nabo. Es fácil de cultivar, en tierra ordinaria, incluso pesada, y muy resistente. Ideal para las zonas naturales del jardín.

Meconopsis cambrica pertenece a la familia de las papaveráceas. Es una especie originaria de Europa occidental, específicamente de la costa atlántica y las regiones alrededor del Golfo de Vizcaya, en Gales e Irlanda. También se encuentra en Francia, en los Pirineos, en los bosques húmedos. Es una planta vivaz que forma una raíz pivotante de la cual sale en el cuello un pequeño mechón más o menos denso de hojas profundamente divididas, de color verde claro y peludas. La planta alcanza 40 cm de altura en flor y 30 cm de diámetro. El período de floración es impresionante. Ya en flor en abril, esta amapola aún lo está en octubre o incluso en noviembre si no hay heladas, cuando los árboles están rojos y pierden sus hojas. Las flores, como amapolas de color amarillo oro a amarillo limón, son llevadas por largos pedúnculos gráciles. Miden de 3 a 5 cm de diámetro. Las hojas basales son compuestas, elípticas a pennatiséquidas, de color verde claro en el haz, más azulado en el envés, pubescentes y miden de 10 a 20 cm de largo. Las hojas superiores son similares, pero tienen pecíolos menos largos. El fruto es una cápsula glabra que contiene una gran cantidad de pequeñas semillas negras.

El Meconopsis cambrica, si bien no tiene la originalidad y la belleza inalcanzable de otras especies del género, sigue siendo una alternativa delicada y encantadora a la imponente floración de las amapolas clásicas. Esta planta se desarrolla bien en todos los lugares semisombreados de un jardín. Siempre será bienvenida, fácil de combinar gracias a su aspecto ligero, en los bordillos campestres o incluso en las rocallas frescas. Difícil de mantener en masas continuas en un macizo, es conveniente dejarla surgir donde quiera, en medio de helechos, entre coralitos, dicentras o pulmonarias en un escenario de bosque. En la rocalla, lejos de las plantas alpinas un tanto frágiles, mezclada con bulbos de primavera (como los ipheion, los scilles), con vivaces cubresuelos de floración estival como Campanula portenschlagiana o Geranium cinereum o incluso con coníferas bajas como Juniperus horizontalis 'Blue Chips'. Prueba la asociación con la floración tardía del Ceratostigma plumbaginoides de flores azul cerúleo, el efecto está garantizado, sobre todo acompañado de las hojas enrojecidas de los arbustos circundantes.