Aster ericoides var. pringlei Monte Cassino

El Aster pringlei Monte Cassino es una planta vivaz preciosa para animar el jardín en otoño, en una época del año en la que las floraciones son más raras. Formando un macizo de tallos con un pequeño follaje muy fino, la planta se transforma en un nube de pequeñas estrellas blancas con corazón dorado que se anima bajo la caricia del viento. Perfectamente resistente, poco exigente, es una planta aérea y llena de poesía que requiere muy poco mantenimiento. Tanto en el jardín como en un jarrón, sus flores aportan ligereza a los ramos de dalias, a las últimas rosas, a las grandes cabezas de hortensias...

El aster pilosum o ericoides var. pringlei es una planta herbácea vivaz, originaria del este de América del Norte. Es una especie resistente que prefiere un suelo consistente, calcáreo y no demasiado seco en verano. El cultivar 'Monte Cassino' ha sido seleccionado por su abundante floración. Primero forma rosetas de pequeñas hojas pegadas al suelo, que persisten en invierno, ocupando alrededor de 30-40 cm en el suelo. Durante el verano emergen del suelo tallos débilmente foliados que pueden alcanzar 90 cm de altura. Las hojas que adornan sus tallos son muy pequeñas, muy finas y de color verde oscuro. A finales de verano o principios de otoño, de septiembre a noviembre, florecen en masa rácimos ligeros de 10 cm de longitud, adornados con diminutas inflorescencias en capítulos, similares a margaritas blancas con corazón amarillo. Las tallos florales de esta estrella del otoño pueden ser tumbados por el viento y la lluvia, a veces es necesario tutorarlos discretamente. Las abejas y otros insectos polinizadores también disfrutan de esta hermosa floración otoñal. El mantenimiento se reduce a podar los tallos florales secos a finales del invierno.

Aéreo, ligero, generoso, el Aster pringlei Monte Cassino es una planta fabulosa para los macizos de aspecto campestre o de espíritu naturalista. Combina muy bien con gramíneas como los Eulalia, Eragrostis o Muhlenbergia capillaris, las equináceas o incluso con las varas de oro. Su floración nubosa aporta mucha ligereza a la de las rosas trepadoras, un poco al estilo del gypsophila paniculata. Combínalo también con tus dalias favoritas, con las margaritas de otoño, con las Pimpinela, polígonos... También es muy apreciado en la elaboración de ramos, por sus largos tallos.