Campanula rapunculoides

La Campanula rapunculoides, también conocida como campanilla rapónchigo, es una especie silvestre muy común en nuestros bosques y campos pedregosos. Se trata de una resistente vivácea rastrera con una larga floración estival. Sus campanillas azul violáceo, elegantemente inclinadas, se encuentran en tallos de alrededor de 80 cm de altura. Poco exigente y completamente rústica, esta planta se instala fácilmente en el jardín, mostrándose a veces difícil de erradicar donde se encuentra a gusto. Es una planta ideal para zonas un poco salvajes y jardines sin jardineros, ya que compite mano a mano con las malas hierbas y a menudo sale victoriosa de esta batalla subterránea, coronada con flores de un azul puro.

La Campanula rapunculoides pertenece a la familia de las campanuláceas. Es originaria de casi toda Europa, el norte de África y Asia templada, donde se adapta a diversos entornos: se encuentra en praderas, en las colinas secas, bosques de hoja caduca y de pinos, en campos y a lo largo de carreteras, e incluso junto a vías férreas, preferiblemente en semisombra. Se adapta a suelos secos o húmedos, arcillosos, relativamente ricos en nitrógeno, y trepa montañas hasta 2000 metros de altitud. Esta planta vivaz, a veces bienal, es una formidable pionera llena de encanto. Un grupo florecido alcanza los 80 cm a 1 m de altura, con un diámetro de 50 cm. Esta campanilla se extiende mediante rizomas rastreros y tubérculos pivotantes que se adentran profundamente en el suelo. La floración ocurre de junio a septiembre, según el clima. De un corto manojo de hojas basales triangulares, estrechas, con una base en forma de corazón o redondeada, de hasta 12 centímetros de largo, emergen en verano de altos tallos florales adornados con campanillas colgantes de un luminoso azul violáceo, de 2 a 4 cm de largo y dispuestas en el mismo lado del tallo.

La Campanula rapunculoides es ante todo una bonita silvestre, perfectamente adaptada a nuestros climas, que contribuye a la biodiversidad de nuestros jardines, espacios aún relativamente intactos. Por ello, tiene totalmente su lugar en un macizo natural donde no se tema verla extenderse. Quedará perfecta en compañía de otras bonitas silvestres: las verbascos, la hierba de San Jorge (Centranthus ruber), la achicoria silvestre, la esparceta, la equinácea púrpura, el hinojo, la escabiosa, la esparceta, el galeopsis, el guisante de olor vivaz o las alquemilas. Su sencillez destaca junto a la redondez de las rosas antiguas, y suaviza las pesadas corolas de las peonías muy rojas.

En cuanto a las campanillas:

En las campanillas, la raíz emite estolones blancos que se extienden bajo tierra en todas direcciones. Garantizan la longevidad de la planta a largo plazo. Los numerosos tallos erectos que surgen de esta raíz o de los estolones son fértiles o estériles. Así, cuando se observa una extensa población de campanillas, a menudo solo se trata del clon de un único individuo. Por otro lado, las diferentes especies de campanillas se hibridan muy fácilmente entre sí, y a menudo están acompañadas de una variedad de formas intermedias, lo que las hace muy interesantes para los horticultores.