Campanula rotundifolia

La Campanula rotundifolia, también conocida como campanilla de hojas redondeadas, es una especie silvestre muy común en nuestros campos y montañas. Con un aspecto muy variable en su entorno natural, crece tanto en praderas como en rocallas, en viejos muros e incluso en claros de bosques y suelos arenosos. Realmente poco exigente y completamente rústica, esta excelente vivaz se instala fácilmente en el jardín y se propaga lentamente por rizomas trazantes y ramificados. En verano, revela, sostenidas por un ramillete de tallos delgados, numerosas campanitas colgantes de color azul lavanda, a la vez inocentes y llenas de encanto.

La Campanula rotundifolia pertenece a la familia de las campanuláceas. Es originaria de toda Europa occidental, desde las llanuras hasta las masas montañosas situadas a 2400 m de altitud. Es una planta más o menos baja, que alcanza de 10 a 50 cm de altura, con una expansión de 30 cm dependiendo de las condiciones de cultivo; se adapta a la profundidad y a la riqueza del suelo que la acoge. Esta vivaz herbácea y estolonífera forma a la larga bonitas matas muy floridas. La floración tiene lugar de junio a noviembre, según su hábitat. De sus rosetones sueltos de hojas redondeadas emergen numerosos tallos delgados pero sólidos, que llevan cada uno varias campanitas simples, colgantes y de color azul lavanda, reunidas en cimas. Las hojas de los rosetones a menudo desaparecen durante la floración, mientras que otra follaje, que parte de la parte inferior de los tallos, lineal y muy fino, permanece bien verde hasta el otoño. 

La Campanula rotundifolia aprecia los suelos frescos, ligeros incluso calcáreos, pero teme la humedad estancada que pudre sus raíces. No le gustan ni los climas demasiado cálidos ni los veranos muy secos. Es ante todo una bonita planta silvestre que contribuye a la biodiversidad de nuestros jardines, esos espacios aún relativamente preservados. Por esta razón, tiene perfectamente su lugar en un macizo natural, junto a otras bonitas silvestres: el aciano, la hierba de San Jorge (Centranthus ruber), la chicoria silvestre, la esparceta, la equinácea purpúrea, el hinojo, la escabiosa, la peonía, la galeopsis, el guisante de olor vivaz o las alquemilas. Su sencillez hace maravillas al lado de la redondez de las rosas antiguas y suaviza las pesadas corolas de las peonías muy rojas.

En cuanto a las campanillas:

En las campanillas, la cepa emite estolones blancos que se extienden bajo tierra en todas direcciones. Garantizan la longevidad de la planta a largo plazo. Los numerosos tallos erectos que nacen de esta cepa o de los estolones son fértiles o estériles. Así, cuando se observa una vasta población de campanillas, a menudo en realidad solo hay un clon de un solo individuo. Por otro lado, las diferentes especies de campanillas se hibridan muy fácilmente entre sí y a menudo van acompañadas de una serie de formas intermedias, lo que las hace muy interesantes para los horticultores.