Filipendula ulmaria - Reina de los prados

La Reina de los Prados, también conocida como Filipendula ulmaria, es una vivácea robusta y rústica que florece en terrenos húmedos. Sus numerosas y delicadas flores blancas están agrupadas en corimbos muy etéreos y atraen a los polinizadores de junio a agosto. Salvaje y elegante a la vez, se adapta a diferentes tipos de jardines y no requiere vigilancia.

La Reina de los Prados ha sido conocida durante siglos por sus numerosas virtudes. En primer lugar, aromáticas: perfuma vinos, cervezas y hidromiel. Pero también medicinales: se utiliza como analgésico, antiinflamatorio, diurético... En nuestros jardines, es principalmente decorativa: de su tocón rizomatoso parten largos tallos ramificados, que sostienen grandes hojas brillantes de un verde intenso. Estas son imparipinnadas, es decir, compuestas por varios folíolos, claramente crenulados y pinnados, cuya superficie arrugada refleja agradablemente la luz. En el extremo de los tallos, corimbos vaporosos oscilan al viento. Están formados por múltiples pequeñas flores blancas ligeramente perfumadas, con prominentes estambres que le confieren mucho encanto.

La Filipendula ulmaria es una vivácea de gran tamaño que permite componer un fondo verde, etéreo y salvaje. Resiste al frío (-15°C) y aprecia tanto las exposiciones soleadas como la media sombra. Su única exigencia es no tolerar suelos que puedan secarse. En ese caso, habrá que regarla. Encuentra su lugar en todos los macizos, detrás de las plantas bajas y compactas, como los Geranios vivaces y los Coralitos, y entre las plantas altas y esbeltas, como las Malvarrosas y las Dedaleras.