Salvia piña Ananas

La Salvia elegans, conocida comúnmente como Salvia piña, es una planta vivaz de base leñosa, o un subarbusto persistente de clima suave absolutamente delicioso. Esta salvia es amada por los jardineros-cocineros por su follaje verde claro con sabor y aroma a piña, pero también por sus grandes espigas de flores de un rojo sangre brillante que aparecen en otoño, y a veces de nuevo en primavera cuando no hay heladas en invierno. Si bien es cierto que esta planta aromática es poco rústica, resulta ser robusta y conquistadora en suelo drenado, incluso ocasionalmente seco, bajo cielos más clementes. Encontrará su lugar en los macizos soleados, en el jardín de sabores y especias, o en una maceta grande para guardar en invierno en climas fríos.

La Salvia elegans, al igual que todas las salvias, pertenece a la familia de las lamiáceas o labiadas. Esta vivaz de rizomas rastreros es originaria de México y Guatemala, donde coloniza los bosques de pinos y encinos ubicados a altitudes medias, lo que explica su escasa rusticidad. La planta forma un hermoso mechón de porte abierto compuesto por tallos semileñosos y vellosos que llevan hojas triangulares, ásperas al tacto, de color verde brillante, con un sorprendente aroma y sabor a piña. Alcanzará 80 cm a 1 m de altura, a veces más si las condiciones son adecuadas, con un diámetro mínimo de 80 cm si no es destruida por las heladas. La floración, nectarífera y melífera, también es sabrosa y aromática. Es característica de las plantas de días cortos; ocurre en octubre o noviembre, y luego en marzo, en suelo abierto en climas suaves o en invernadero frío en climas fríos. Las hampas florales tienen forma de espigas erectas y ramificadas. Son tallos ligeramente purpúreos de sección cuadrada, que llevan largas y delgadas flores tubulares rojo escarlata, rodeadas en la base por un cáliz envainante verde brillante. La rusticidad de esta especie no supera los -7°C, en una ubicación protegida y en suelo seco en invierno.

Las cualidades ornamentales de la Salvia piña la convierten en una planta de macizo maravillosa. En la naturaleza, la Salvia piña crece en suelos más bien frescos pero bien drenados, en un clima de tipo montañoso pero cálido. Esta planta generosa y original es perfecta combinada con vivaces o anuales, como por ejemplo las Artemisa blanca de follaje plateado, los crisantemos vivaces, las últimas rosas del jardín... Colocada frente a un Evónimo alado compacto, un árbol de pelucas (Cotinus) o un espirea prunifolia, su floración reluciente parecerá unirse a sus follajes flamígeros. En la terraza, colóquela en una maceta grande, para tenerla a mano cuando cocine, y guárdela en invierno protegida de las fuertes heladas.

Idea culinaria:

Las hojas se utilizan frescas o congeladas en cubitos. Se emplean con éxito en platos exóticos, para realzar la carne de cerdo, pato, ternera, pero también en recetas agridulces. Se pueden hacer excelentes tisanas con ellas. Las flores también son comestibles y aromatizan postres, aportan un toque de color a ensaladas de frutas, alegran cócteles, pasteles y sorbetes.