Patrinia gibbosa

La Patrinia gibbosa, relacionada con la valeriana de jardín,  es una de esas plantas perennes poco conocidas y plantadas que poseen el encanto y la robustez de las plantas silvestres. Su floración estival, compuesta por numerosas umbelas ligeras llenas de diminutas flores de un amarillo brillante, sigue siendo decorativa incluso cuando se forman las semillas. Resistente y fácil de cultivar en suelos frescos, aporta un toque radiante y mucha ligereza a los macizos de flores y arbustos, a media sombra o en un sol no abrasador. 

La Patrinia gibbosa es originaria de Japón. Recientemente ha sido clasificada en la familia de las caprifoliáceas y no en las valerianáceas. Es una planta herbácea de raíces perennes. Crece a partir de la primavera, formando un denso y compacto mechón vigoroso y arbustivo que alcanza en promedio los 40 cm de altura por 30 cm de diámetro. El mechón está compuesto por tallos foliados de color verde ácido. Los tallos llevan grandes hojas enteras, de hasta 15 cm, cuyo limbo de forma ampliamente ovalada es un poco abultado y bordeado de grandes dientes. La floración ocurre en julio-agosto. De la vegetación emergen tallos florales ramificados y foliados de 60 cm de altura. En el extremo de cada ramificación se despliega una inflorescencia en cima que mide hasta 10 cm de diámetro. Está compuesta por diminutas flores amarillas, muy melíferas y nectaríferas. La parte aérea de la planta, caduca, se seca en invierno. Esta Patrinia gibbosa puede sembrarse de forma natural en suelos ligeros un poco húmedos.

La Patrinia gibbosa se planta en macizos o en bordillos, preferiblemente a media sombra y en suelos de jardín buenos que no sean demasiado secos en verano. Se combina con muchas otras plantas perennes y arbustos que aprecian las mismas condiciones: campanillas, carpes integrifolias, digitales, eupatorios griffitii, geranios perennes del Himalaya, eupatorias y talictros, por ejemplo. Sus flores, frescas o secas, también se utilizan en arreglos florales.