Vernonia missurica

La Vernonia missurica es una gran y hermosa vernonia silvestre originaria de las orillas del Missouri, al mismo tiempo muy resistente, robusta y particularmente decorativa. En el extremo de sus altos tallos foliados eclosionan en pleno verano inflorescencias terminales compuestas por numerosos pequeños capítulos de un rosa púrpura a magenta vivo, bellamente despeinados. Apreciada por las mariposas y gran amiga de los pájaros, esta prima de los ásteres soporta los inviernos rigurosos, los veranos ardientes y acepta todo tipo de suelos, incluso ocasionalmente secos en verano. Se instalará en un jardín natural, al fondo de un macizo o cerca de puntos de agua.

La Vernonia missurica pertenece a la familia de las Asteráceas. Es una planta majestuosa, extendida en el centro de los Estados Unidos (sur de Ontario, Michigan y Nebraska hasta el sur de Alabama y Texas), donde a veces alcanza una altura de 2 m. Es una planta de terrenos más bien húmedos, aunque puede soportar sequías pasajeras. En nuestro clima, es una vivaz herbácea arraigada en un potente tocón rizomatoso que alcanzará 1,60 m y ocupará 50-60 cm en el suelo. Su tamaño adulto varía según las condiciones de cultivo. Su crecimiento es bastante rápido, pero esta vernonia tarda dos años en establecerse. Forma un manojo de tallos grandes y robustos, rectos, peludos y no ramificados, que llevan hojas alternas, simples, peludas, estrechas, lanceoladas a ovales, verde oscuro, de hasta 17 cm de longitud. En julio-agosto, ofrece una abundancia de flores, como pequeños pompones despeinados de un rosa púrpura violáceo, reunidos en amplios corimbos terminales aplanados, en la punta de los tallos. Las flores se abren todas al mismo tiempo, la floración es duradera y atrae a una gran cantidad de mariposas, ofreciendo un espectáculo magnífico. Los jilgueros se deleitan con sus semillas de color óxido al final de la temporada.

Muy fácil de cultivar, perfectamente resistente, esta Vernonia missurica merece ser descubierta y plantada en nuestros jardines. No más exigente que los grandes ásteres, pero insensible a las enfermedades, se combina con una multitud de plantas y forma magníficas composiciones de otoño con ásteres, salvias arbustivas, astrancias, helenios y verbenas hastata, por ejemplo. En un estilo más salvaje, al fondo de un macizo, esta imponente vivaz forma una asociación muy exitosa con el Rudbeckia maxima y grandes gramíneas: Miscanthus 'Malepartus', Panicum, Stipa... También se sentirá a gusto en las orillas de una charca, en compañía de las eupatorias, Lythrum salicaria, Filipendula rubra 'Venusta', Euphorbia palustris.